(Por Carolina Mena Saravia para El Intransigente).- Las celebraciones de fin de año abren las puertas a festejos, y si hablamos de festejos nuestro inconsciente remite casi exclusivamente a una bebida, al menos en una primera impresión: el espumante.
De acuerdo a la zona en que se produzca, el vino espumante muta su nombre. También se lo conoce con el célebre apelativo de “champagne”, una denominación de origen para uso exclusivo del producido en la región de Francia que lleva el mismo nombre, cava, como se lo conoce en España, o sekt o schaumwein en Alemania.
En Italia lo llaman prosecco. Originario del Véneto y Friuli, noreste de la península, está elaborado generalmente con el método charmat, con fermentación en tanque, preferentemente a partir de la variedad de uva conocida con el nombre de glera. Un verdadero compañero para los italianos. Aunque no es el único espumante de Italia elegido para estas fiestas. El franciacorta, de la localidad del mismo nombre en Lombardía, al norte de Italia, se presenta como una opción muy interesante.
Su fabricación se encuadra dentro del método tradicional o “champenoise”, que consiste en añadir licor de tiraje -una solución de levaduras más azúcar- durante el embotellado del vino, esperando que se produzca la segunda fermentación por acción de las levaduras. Ese es el momento mágico donde se produce el gas que da origen a las burbujas. La mayoría de las veces, la elegida es la variedad chardonnay, por la frescura que brinda y por sus delicadas notas florales. También engrosan la lista el pinot noir, para la estructura y el cuerpo, y en pocas ocasiones el pinot blanc.
Para los más jóvenes también hay opciones a la hora del brindis, el asti spumante elaborado en el Piamonte es una alternativa válida. Elaborado a partir de uvas moscato, posee delicada dulzura, con baja graduación alcohólica.
El rey de la tradición
Aunque el espumante no es el único elegido, sí es el que se lleva las palmas, la bebida que obligatoriamente remite a la palabra celebración. ¿Cuál de todos es el que encabeza la lista de gustos del público? Estudios de mercado han demostrado que Moët & Chandon encabeza el podio.
De raíz netamente francesa, la tradicional casa de espumantes fue fundada en 1743, en Épernay, por Claude Moët. Un mojón en la historia de la firma es el lanzamiento de su marca Dom Pérignon, en 1921, el champagne de alta gama que con su nombre rinde pleitesía al monje benedictino artífice del método “champenoise” o tradicional. Aunque la fecha de 1921 marca su creación, tardó en salir al mercado. Recién vio la luz en 1936 después de la Gran Depresión.
Deshojando el calendario, Moët & Chandon fue adquirida por el grupo LVMH, año 1987, cuando se produce la fusión con Hennessy, la legendaria compañía de coñac, y la casa especializada en artículos de cuero Louis Vuitton, dando origen a LVMH, el conglomerado de marcas de lujo más grande del mundo.
Otra de las causas que inclinan las experiencias hacia Moët & Chandon podría ser también el hecho de que la marca tiene presencia en casi todo el mundo, con centros de distribución ubicados estratégicamente, facilitando la expedición y distribución de los productos.
Además, posee una amplia gama de opciones en su cartera, brindando alternativas de calidad adaptadas a los gustos de los consumidores como Chandon Extra Brut, Chandon Délice y Chandon Rosé, entre las opciones más populares, o el Moët Impérial, demostrando que la variedad no resigna la calidad. La filial argentina de la empresa se encuentra en la ciudad de Mendoza, hecho que facilita la distribución en todo el país, catapultándolo al podio como el número uno en ventas.
El champagne Veuve Clicquot y los proseccos La Marca y Mionetto también están entre los más buscados por su ligereza y frescura, con precios accesibles, junto con los cavas españoles Codorniú y Freixenet. Para brindar no hay excusas, existen opciones para todos los gustos: fin de año, Navidad con el nacimiento del Niño Jesús y la conclusión de un ciclo, mirando con fe y esperanza el comienzo del año siguiente.