A lo largo de la historia argentina, se cometieron varios intentos de magnicidio. Aunque ninguno pudo concretarse hasta el momento, los perpetradores debieron pasar varios años en la cárcel. Esto es lo que se espera que suceda con Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte, las dos personas acusadas y detenidas por el atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner. Pero, ¿qué pasó con aquellos que también intentaron cometer magnicidios en el país?
¿Qué podría pasar con los atacantes de Cristina Kirchner?
La figura de magnicidio no está tipificada en la Argentina, por lo que Sabag Montiel (35) y Uliarte (23) enfrentan una causa judicial por tentativa de homicidio. Ese delito tiene una pena establecida en el Código Penal de 10 años como mínimo y 15 años como máximo. De todos modos, con el transcurso de la investigación, podría ampliarse la acusación y ahí se incrementaría la eventual condena, según NA.
Atentado contra un prócer de la Argentina
En 1873, un grupo de personas intentó asesinar al entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento cuando éste viajaba en su carruaje. Instantes después del ataque, el jefe de Policía Enrique O’Gorman informó al mandatario sobre la detención de tres hombres que intentaban darse a la fuga en medio de la noche del 23 de agosto de aquel año.
Se trataba de los hermanos Francisco y Pedro Guerri, marineros italianos recién llegados al país. Pese a que en un comienzo negaron sus intenciones, al día siguiente confesaron que días antes del hecho se habían reunido en una casa de La Boca con Luis ‘Eva’ Casimir y Aquiles ‘Austríaco’ Segabrugo, quien les había ofrecido $ 10.000 para asesinar a Sarmiento.
Tras capturar a Casimir, los uniformados descubrieron que Segabrugo se había fugado a Uruguay. Un grupo de policías cruzó el Río de la Plata en dos oportunidades, pero no pudo hallarlo y luego recibieron la noticia de que Carlos María Querencio, representante del caudillo entrerriano Ricardo López Jordán en Montevideo, había matado de dos tiros –en defensa propia según su declaración– a un desconocido que quiso asesinarlo en su casa y que terminó siendo el ‘Austríaco’.
La Justicia porteña pidió la pena de muerte para Guerri y Casimir, pero el juez Octavio Bunge no acompañó: a Francisco Guerri lo penaron a 20 años de prisión, mientras que a los dos restantes, a 15. Luego, la Cámara del Crimen confirmó la sentencia de los Guerri y rebajó a 10 años la de Casimir. ‘Eva’ fue el único en cumplir la totalidad de la condena, ya que Pedro Guerri falleció en la cárcel en 1883 y a su hermano lo indultó el entonces presidente Miguel Juárez Celman en enero de 1890.
Julio Argentino Roca, otra de las víctimas
Era mayo de 1886. Julio Argentino Roca cruzaba desde la Casa Rosada hacia el antiguo edificio del Congreso para dar su discurso de apertura de sesiones ordinarias. En ese momento, lo atacó un hombre con un fuerte piedrazo contra su cabeza. El agresor era Ignacio Monjes, correntino de 36 años. Tras ser capturado, reconoció que quiso matar a Roca “por considerarlo responsable de la situación política” y argumentó que buscaba “salvar a la Patria”.
Una junta médica determinó que, pese a su cuadro de epilepsia, era pasible de ser enjuiciado. El juez de primera instancia Carlos Miguel Pérez le dictó una condena de 10 años de reclusión y luego la Cámara Comercial, Correccional y Criminal alivió la pena, no en duración, sino que lo eximió de trabajos duros y penosos y también de la prohibición de recibir auxilios desde el exterior.
Cuatro presidentes a los que intentaron asesinar
En agosto de 1905, el presidente Manuel Quintana también fue víctima de un intento de asesinato. El atacante fue Salvador Enrique José Planas y Virella, un catalán de 25 años que trabajaba en una imprenta. Éste confesó ante la Justicia que actuó de ese modo por considera al jefe de Estado “culpable del malestar general del obrero”.
Aunque su defensa intentó explicar el ataque por una “crisis emotiva”, se le impuso una condena de 13 años y cuatro meses de prisión (luego se bajó a 10). Sin embargo, el catalán protagonizó una increíble fuga de la Penitenciaría Nacional en enero de 1911 y nunca más se supo sobre su paradero. Investigadores sospecharon que se escapó del país con un nombre falso y regresó a su país.
En febrero de 1908, José Figueroa Alcorta fue quien sufrió un atentado contra su vida con una bomba que contenía clavos y proyectiles. El autor del ataque fue el salteño Francisco Solano Rejis (21). Anarquista declarado, el agresor responsabilizaba al mandatario por la opresión que sufrían los obreros. El juez del crimen Ernesto Madero lo sentenció a 20 años de cárcel, con 10 días de reclusión solitaria en los aniversarios del delito.
Asimismo, le añadieron cinco años de vigilancia de la autoridad sobre su persona, después de cumplida la condena. No obstante, Solano Rejis no llegó a cumplir tres años de la pena porque, dentro de la Penitenciaría Nacional, el anarquista trabó un fuerte vínculo con el catalán Planas y Virella, el atacante de Quintana, y se escaparon juntos, presuntamente a España.
Otro de los intentos de magnicidio en la Argentina ocurrió durante los festejos por los 100 años de la declaración de independencia. En ese entonces, el presidente Victorino de la Plaza se encontraba en uno de los balcones de la Casa Rosada observando un desfile militar junto a los embajadores de Bolivia, Eliodoro Villazón, y de Brasil, Ruy Barbosa de Oliveira.
Desde la muchedumbre, un joven porteño llamado Juan Mandrini (24), realizó un disparo contra el lugar donde estaba el mandatario: el proyectil dio contra una de las molduras. Al agresor lo detuvieron y éste comentó que no quiso asesinar al jefe de Estado, sino realizar un “acto de protesta” por la pena de muerte que se había dictado a dos pescadores acusados del asesinato del contador y socio del Jockey Club Frank Carlos Livingston.
La carátula de la causa pasó de tentativa de homicidio a disparo de arma de fuego: el juez Juan Segú lo condenó a un año y cuatro meses de prisión. Sin embargo, cuando expidieron el fallo el detenido ya había cumplido el período de detención fijado en el dictamen judicial, por lo que lo liberaron.
El día que abatieron a un atacante
Finalmente, en diciembre de 1919, un hombre desde el zaguán de un hotel cercano a la residencia del presidente Hipólito Yrigoyen disparó dos veces contra el vehículo que trasladaba al líder radical a la Casa Rosada. Un custodio presidencial y otro efectivo repelieron el ataque y abatieron al agresor, identificado como Gualterio Marinelli, un italiano de 44 años que poseía un taller de mecánico dental. La Justicia cerró el expediente sin condenas.