"Trabajaba en una tienda de Gucci": la increíble historia de amor entre la argentina Georgina Rodríguez y Cristiano Ronaldo ESPECTÁCULO El Intransigente

ESPECTÁCULO

«Trabajaba en una tienda de Gucci»: la increíble historia de amor entre la argentina Georgina Rodríguez y Cristiano Ronaldo

La modelo relató como fueron los inicios de la pareja.

Georgina Rodríguez, modelo argentina pero que vivió toda su vida al norte de España, lanzó su primer serie documental llamada «Soy Georgina». Durante uno de los capítulos, la joven de 28 años relató como fue que inició su relación con el exitoso futbolista Cristiano Ronaldo, con quien ya tuvo a su primer hija Alana y espera la llegada de mellizos.

«Fue un jueves de verano. Trabajaba en Gucci. Me tocaba salir a las 5 y me llamó un compañero que me quedara media hora más para atender a una clienta. Cuando estaba saliendo de la tienda apareció un hombre guapísimo de casi dos metros acompañado de un niño y de un grupo de amigos», comenzó explicando respecto a la relación que comenzó a mediados del año 2016.

«Guapísimo. El niño me saludó muy educado y se rió. Empecé a sentir cosquillas en el estómago. Y pensé: ¿Qué me pasa? No quería ni mirarle, tenía mucha vergüenza», agregó la modelo. Por su parte, el futbolista también recordó el momento en el que conoció a la madre de sus hijos, «fue un momento de un click y me quedó en mi cabeza, es la pura verdad…».

«Empecé a atenderle en Gucci y un día me escribió que tenía un evento que si iba a estar. Y le dije que sí que me pasaría. Me llevé todo el día pensando qué me iba a poner, cómo me iba a peinar. Cuando llegué le vi guapísimo, me acuerdo que llevaba él y yo. Brindamos con una copa de champagne y me tuve que ir a la cena de empresa. No me apetecía nada, pero me tuve que ir. Pero fue bueno porque nos dejó con las ganas», agregó la modelo cuyo padre es de origen Argentino y su madre de origen Español.

«Él tenía muchos partidos, pasó lo de mi padre y estuve ausente y triste. Un día coincidimos en otro evento, estaba con sus amigos y su hermano. Y me dijo: ‘Gio te quieres venir a cenar y pensé ‘ha llegado el momento’. Estaba muy ilusionada y de camino al restaurante nuestras manos se chocaron y sentí cómo si esas manos hubieran estado conmigo mucho tiempo y ya cuando nos volvimos a chocar nos las agarramos. Eran unas manos familiares, que encajaban a la perfección. Fuimos a cenar, yo me fui a casa y mi corazón… pum pum»; concluyó con mirada esperanzada.

Salir de la versión móvil