El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, manifestó que Rusia está utilizando explosivos prohibidos por la comunidad internacional sobre Ucrania. En los últimos días se ha detectado el uso de bombas de racimo que, a su vez, desprenden varias minibombas durante su trayectoria, que detonan cuando impactan en el suelo.
El objetivo de este tipo de armamentos es destruir, obstaculizar y evitar el paso de tropas o vehículos blindados. El problema es que su gran rango de daño hace que sea una munición altamente peligrosa para la población civil. Además, algunas pequeñas bombas no estallan y quedan depositadas en la tierra, por lo tanto, ante cualquier movimiento azaroso podrían explotar fácilmente.
De hecho, los residuos son altamente perjudiciales para la tierra y el cultivo. Lo más llamativo es que ni Rusia y Ucrania se comprometieron con la comunidad internacional para la destrucción de las bombas de racimo. Israel, Rusia y Estados Unidos son los principales usuarios y productores de este tipo de armas tan mortales.
«Hemos visto el uso de bombas de racimo y hemos observado informes sobre el uso de otros tipos de armas que violan el derecho internacional», expresó Stoltenberg en una conferencia a periodistas en Bruselas, la capital de Bélgica, según declaraciones citadas por la agencia Reuters. Por ahora, no hay rastros o pruebas de uso nuclear o químico.
Mientras tanto, la guerra continúa y Rusia sigue avanzando sin piedad. Las sanciones económicas parecen no molestarle a Vladimir Putin que insiste en invadir a los ucranianos. Todo indica que la OTAN no apoyará militarmente la zona, pero piensa reforzar la de sus aliados más próximos como Polonia, Letonia, Estonia y Lituania.