“Vamos a profundizar los lineamientos centrales del uso de las redes sociales para el bien común”, dijo ayer el secretario de Anuncios Estratégicos del Gobierno, Gustavo Béliz, y generó una gran polémica en el ámbito político y social. Además, el planteo rompió el bajo perfil que tenía el funcionario de Alberto Fernández y expuso un cuestionado historial en distintos gobiernos peronistas.
Considerado un hombre de la casta política, Beliz llegó a la Casa Rosada en 2019 como un hombre del círculo íntimo de Alberto Fernández. El hombre ya había caminado esos pasillos cuando pasó por el Ministerio del Interior durante la presidencia de Carlos Saúl Menem. Sin embargo, en 1994 dio el portazo “horrorizado” por la corrupción menemista.
De acuerdo a declaraciones del propio Béliz, la noche de la renuncia ingresó «vestido de blanco» al «lodazal de la política», y desde entonces no pudo sacarse de encima el mote de «zapatitos blancos», con el que lo ninguneaban en la política. Años después, con el desembarco de Néstor Kirchner en Balcarce 50 fue designado como titular de la cartera de Justicia y trajo de su mano a una serie de fiscales.
La toma del 2004 y la represión en la Legislatura
Uno de los episodios más evidentes en su gestión ocurrió en 2004 cuando el piquetero Luis D’Elía encabezó ls toma violenta de la comisaría 24 de La Boca causando destrozos y robándose materiales. Ante este episodio, la cartera que conducía Béliz se resistió a que la Justicia avance contra el referente social en una decisión que analistas tomaron como un gesto al entonces Presidente.
La jueza de instrucción María Angélica Crotto que intervino en la causa denunció haber sido desobedecida por los funcionarios de Justicia. Incluso, el fiscal de la causa Luis Comparatore admitió en su momento que la actuación en torno a la causa por la toma de la comisaría da una “imagen muy pobre de la Justicia argentina” y tuvo que tomar distancia de la decisión de archivar la parte del expediente que involucra a dos exfuncionarios que respondían a Béliz.
A esto, se le sumó la represión de una manifestación frente a la Legislatura Porteña, además del respaldo al secretario de seguridad Norberto Quantín y su segundo en ese momento, el fiscal José María Campagnoli, lo que determinó que Kirchner le pidiera la renuncia. En ese momento, el encargado de levantar el teléfono para pedirle por la salida fue el entonces Jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Hoy, Gustavo Béliz vuelve a las primeras planas por el polémico proyecto, pero también por ser considerado por Sergio Berni como uno de los «cinco alcahuetes» que le plantean al Jefe de Estado una realidad paralela y boicotean su gestión.