Luego de dos semanas sin atacar la capital de Ucrania, Rusia bombardeó Kiev en la tarde de hoy. El fuego no se detiene y los nuevos misiles impactaron contra los edificios de la ciudad que se encontraban repletos de civiles que no salieron por el corredor humanitario. En ese mismo momento el Secretario General de la ONU, António Guterres, se encontraba allí.
«Moscú volvió a demostrar su actitud hacia Europa y el mundo«, informaron desde el gobierno ucraniano ante el informe de los destrozos. Por su parte, el Kremlin reconoció que fueron ellos los causantes de los daños y que utilizaron «armas de alta precisión» para esta nueva arremetida según Serguei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso.
«No hay necesidad de que nadie ayude a abrir corredores humanitarios. Solo hay un problema: los corredores humanitarios, que se anuncian a diario, son ignorados por los ultranacionalistas ucranianos», aseveró el dirigente según NA. Además, le exigió a la ONU que «coordinen la entrega de caravanas humanitarias» en vez de estar recorriendo la zona junto al ministro de Bulgaria, Kiril Petkov.
Rusia lanzó un ataque orientado
Si bien el ataque de Rusia fue hacia donde estaban situados los mencionados funcionarios, hubo un destino claro: la empresa espacial Artem. Allí se fabrican misiles guiados aire-aire, antitanque y dispositivos para aeronaves, todos productos que podrían servir para el combate contra las tropas de Vladimir Putin. De esta manera, el Kremlin busca desarmar a Ucrania.
«Las fuerzas rusas destruyeron con armas de alta precisión de largo alcance los talleres de la empresa espacial Artem en la capital ucraniana», indicó el Ministerio ruso de Defensa. Si bien es cierto que en la zona estaba el Secretario General de la ONU, los proyectiles no iban destinados hacia él. A pesar de ello, si se trata de un mensaje desafiante de parte de Putin.
