Tras más de 36 horas de incertidumbre, el Gobierno nacional confirmó que “Coco” se queda en Argentina. Se trata del perro de un año y medio que llegó al país desde Hungría junto a su dueño Franco Gavidia. Su historia tomó relevancia este jueves luego de que trascendiera que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) estaba evaluando deportar o sacrificarlo debido a que arribó con una vacuna vencida. Mientras tanto, el can quedó demorado en el Aeropuerto de Ezeiza.
Gavidia, jugador de handball, se había quedado en la terminal aérea en todo momento, donde, según manifestó en diálogo con El Trece, lo “trataron como delincuente”. No obstante, el organismo nacional decidió que Coco “cumpla con las exigencias sanitarias para la importación, durante 10 días de cuarentena, y lo vacunen contra la rabia en instalaciones de la Aduana dentro del aeropuerto”.
La explicación del Senasa
“Esta decisión se tomó en un trabajo articulado con la Aduana, y en permanente diálogo con el dueño de la mascota”, explicó Senasa en un comunicado. Remarcó además que “el perro arribó con su dueño al aeropuerto proveniente de Hungría, sin su Certificado Veterinario Internacional (CVI) y con su vacuna antirrábica vencida”.
En este momento, “Coco” –dice el comunicado– “se encuentra en custodia y en cuarentena hasta que se defina su situación, salvaguardando su bienestar, brindándole los cuidados y el alimento necesario”. “La liberación al Territorio Nacional sin la correspondiente documentación sanitaria oficial del Servicio Veterinario del país de origen puede poner en riesgo la salud pública y a la población animal que tome contacto con el canino”, advirtió el Senasa.
“En este caso, no se cumplieron los requisitos sanitarios exigidos para la importación de perros y gatos, que se requieren para todos los ingresos desde cualquier país de origen”, planteó el área del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Y sostuvo que “el país de origen es el responsable de autorizar el embarque de los animales con la documentación sanitaria exigida por el de destino”.
El Senasa argumentó su accionar inicial
Asimismo, el Senasa defendió su proceder inicial ante el caso de “Coco”: “Para proteger la salud pública, se debe exigir que los ingresos de perros y gatos se realicen conforme a requisitos sanitarios vigentes”. “En especial aquellos referidos a rabia, que es una enfermedad que afecta a los humanos y puede causar la muerte”, enfatizó.
“En este caso puntual, ni la condición de salud ni la vacunación antirrábica, que además está vencida, fueron avaladas por el servicio veterinario del país de origen (Hungría). Con lo cual, la situación sanitaria de este animal es desconocida y correspondería su reexportación”, planteó el organismo a cargo de Diana Guillén.
Por último, el comunicado explica que “las mascotas deben estar vacunadas contra la rabia con vacunas autorizadas por la Autoridad Veterinaria del país de procedencia”. Al mismo tiempo, deben presentarse “con inmunidad vigente según el plazo de validez otorgado por el laboratorio fabricante de la vacuna, con excepción de aquellos que proceden de una zona declarada libre de rabia, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)”.