El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, junto a su esposa Jill, colocaron flores en la escuela primaria Robb, de Texas, donde el martes pasado un joven de 18 años con un rifle de asalto mató a 19 niños y dos maestros, presentando sus respetos durante una visita de un día para consolar a las familias de las víctimas.
Con el control de armas nuevamente en la agenda en Washington, Biden escuchó gritos de «haz algo» de una multitud cuando salía de una misa conmemorativa. «Lo haremos», respondió, antes de subirse a la limusina presidencial para reunirse en privado con los padres y familiares en duelo, así como con los sobrevivientes.
La pareja presidencial estuvieron junto al gobernador de Texas, Greg Abbott, un republicano que critica regularmente al presidente demócrata por la inmigración y busca la reelección en noviembre. Algunos espectadores abuchearon e interrumpieron a Abbott. Uno de ellos gritó: «Necesitamos un cambio, gobernador, nuestros hijos no se merecen esto».
«Nuestros corazones están rotos», dijo el arzobispo Gustavo García-Siller durante la homilía. El Departamento de Justicia estadounidense dijo que llevará a cabo una «revisión de incidentes críticos» de la respuesta de las fuerzas de seguridad sobre el tiroteo del pasado martes. Funcionarios estatales, incluido Abbott, criticaron duramente las acciones y declaraciones públicas de la policía tras ocurrido el hecho, informó Bloomberg.
A raíz del asesinato de los 19 niños y dos maestras, la vicepresidenta Kamala Harris pidió que se prohibieran las armas de asalto y se mejoraran las verificaciones de antecedentes para la compra de armas de fuego, mientras que Biden instó en general a los estadounidenses a hacer frente al «lobby de las armas».