La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, llegó a China este lunes, iniciando el primer viaje de un titular del cargo desde 2005, en medio de la preocupación de que pueda suponer un respaldo a los antecedentes de Pekín en materia de derechos, en lugar de un escrutinio.
Durante el viaje de seis días, la diplomática chilena visitará Sinkiang, donde su oficina manifestó el año pasado que cree que los uigures, de etnia musulmana en su mayoría, han sido detenidos ilegalmente, maltratados y sometidos a trabajos forzados.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo que le daba la bienvenida, pero que rechaza la «manipulación política», luego de que medios de comunicación preguntaron si podría visitar los centros de detención, los campos de reeducación y las prisiones donde, según grupos de derechos, los uigures han sido maltratados.
China ha negado repetidamente cualquier tipo de maltrato a los uigures. «El propósito de la visita privada es mejorar los intercambios y la cooperación entre ambas partes y promover la causa internacional de los derechos humanos», declaró el lunes el portavoz del Ministerio, Wang Wenbin, en una rueda de prensa, informó Reuters.
Viaje con restricciones
La visita de Bachelet se llevará a cabo en un «circuito cerrado», en referencia a una forma de aislar a las personas dentro de una «burbuja» para evitar la posible propagación del coronavirus. Esto significa que Bachelet no podrá tener reuniones libres y espontáneas en persona con nadie que no haya sido preacordado por China para ser llevado a la «burbuja».
Wang había dicho anteriormente que los medios de comunicación no viajarían con Bachelet debido a la pandemia de coronavirus. La oficina de Bachelet anunció que habría una conferencia de prensa al final. China dijo que la visita no debería basarse en una presunción de culpabilidad.
A los grupos de derechos les preocupa que si Bachelet no presiona lo suficiente a China, su informe posterior al viaje no ofrezca una imagen completa y pueda ser utilizado por Pekín para justificar sus acciones en Sinkiang. El Congreso Mundial Uigur instó a la chilena en una carta a que se asegure de que su equipo puede moverse libremente, acceder a todos los centros de detención y tener contacto sin supervisión con los uigures.