Este martes, las autoridades de Shanghái comenzaron a desmantelar las vallas que rodean los complejos de viviendas ya arrancar la cinta policial de las plazas y edificios públicos, para alivio de los 25 millones de residentes de la ciudad de China, antes de que se levante a medianoche un arduo confinamiento por el coronavirus de dos meses.
El lunes por la tarde, algunas de las personas a las que se les permitió salir de sus complejos para dar breves paseos, aprovecharon la suspensión del tráfico para reunirse a tomar una cerveza y un helado en las calles desiertas, pero había una sensación de cautela y ansiedad entre los residentes.
La mayoría volverá a estar encerrada en casa hasta la medianoche hasta el miércoles, como lo ha estado durante los dos últimos meses bajo un confinamiento despiadado que ha causado pérdidas de ingresos, estrés y desesperación a millones de personas que luchan por acceder a los alimentos o la asistencia sanitaria de emergencia.
El prolongado aislamiento ha alimentado la ira pública y las inusuales protestas dentro de Shanghái y ha golpeado la economía de la ciudad, basado en la fabricación y la exportación, interrumpiendo las cadenas de suministro en China y en todo el mundo, y frenando el comercio internacional, informó Reuters.
Los 22,5 millones residentes tendrán que someterse a pruebas cada 72 horas para tomar el transporte público y entrar en lugares públicos. Shanghái notificó 31 casos el 30 de mayo, frente a los 67 del día anterior, lo que refleja una tendencia a la baja en toda China, con menos de 200 infecciones en todo el país, una fracción de lo que notifican la mayoría de los demás países.