Los niveles de hambre en el mundo aumentaron nuevamente el año pasado después de dispararse en 2020 debido a la pandemia de coronavirus, con la guerra de Ucrania y el cambio climático amenazando con el hambre y la migración masiva en una «escala sin precedentes» este año, según informaron agencias de la ONU.
Hasta 828 millones de personas, o casi el 10% de la población mundial, se vieron afectadas por el hambre el año pasado, 46 millones más que en 2020 y 150 millones más que en 2019, dijeron organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la edición 2022 del informe de seguridad alimentaria y nutrición de la ONU.
Los niveles de hambre en el mundo se mantuvieron relativamente sin cambios entre 2015 y 2019. «Hay un peligro real de que estas cifras suban aún más en los próximos meses», dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley, quien agregó que el aumento de los precios de los alimentos, el combustible y los fertilizantes derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania amenazan con empujar a los países a la hambruna.
«El resultado será la desestabilización mundial, el hambre y la migración masiva a una escala sin precedentes. Tenemos que actuar hoy para evitar esta catástrofe que se avecina», añadió. Rusia y Ucrania son el tercer y cuarto exportador de cereales del mundo, respectivamente, mientras que Moscú es también un exportador clave de combustible y fertilizantes, informó Reuters.
El informe de la ONU publicado el miércoles advierte de las implicaciones «potencialmente aleccionadoras» para la seguridad alimentaria y la nutrición a medida que se intensifican los conflictos, los fenómenos climáticos extremos, las crisis económicas y las desigualdades.
El informe, que pide una revisión de las políticas agrícolas mundiales, señala que el sector de la alimentación y la agricultura de todo el mundo recibe casi 630.000 millones de dólares al año en ayudas que a menudo distorsionan los precios del mercado, no llegan a los pequeños agricultores, perjudican al medio ambiente y no promueven la producción de alimentos nutritivos.
Estas ayudas incluyen subsidios que en su mayoría se dirigen a alimentos básicos ricos en calorías, como los cereales, el azúcar, la carne y los productos lácteos, en detrimento de alimentos más saludables y nutritivos, como las frutas, las verduras, las legumbres y las semillas.