Este viernes, al menos 19 personas murieron y 38 resultaron heridas en dos ataques de Rusia en la región ucraniana de Odesa, un día después de que los gobernantes de la OTAN concluyeron su cumbre en Madrid con el anuncio del envío de 800 millones de dólares en nuevas armas para Ucrania.
«Vamos a seguir con Ucrania y toda la alianza va a seguir con Ucrania el tiempo que sea necesario para asegurar que no sea derrotada por Rusia», afirmó el presidente estadounidense, Joe Biden, sin eufemismos, en una confesión que el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, emparentó con un regreso a la Guerra Fría, informaron Télam y NA.
La nueva ofensiva rusa en Odesa coincidió también con las sombrías novedades sobre el alza de la inflación en la eurozona, que pulverizó todos los récords con 8,6% interanual, impulsada por los fuertes aumentos en los precios de la energía y los alimentos.
Este ataque llega también después de que las fuerzas rusas se retiraran de una isla estratégica del mar Negro, denominada de las Serpientes. «Un país terrorista está matando a nuestra gente. En respuesta a las derrotas en el campo de batalla, luchan contra los civiles», insistió Andriy Yermak, jefe de gabinete del presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
En el este de Ucrania, las fuerzas rusas mantuvieron su presión para rodear el último bastión de la resistencia en Lugansk, una de las dos provincias que conforman la región de Donbass del país. Allí, los separatistas respaldados por Moscú han controlado gran parte de la región durante ocho años.