Mientras sigue la investigación de la secta de Villa Crespo, en Ciudad de Buenos Aires, cayó uno de sus integrantes. El implicado fue interceptado por personal de Prefectura Naval en el partido bonaerense de Berazategui, tras permanecer prófugo y con pedido de captura internacional. Se trata de Gabriel Armando Sorkin, a quien investigan desde 2004 por los hechos cometidos en la organización.
A Sorkin lo aprehendieron en las calles 221 y 229. El Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 4, a cargo de Ariel Lijo, había ordenado días atrás su captura internacional, en el marco de la investigación a la secta Yoga. Ante esto, los efectivos de Prefectura Naval se comunicaron con funcionarios judiciales de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº 3 de Berazategui, que ordenaron la detención del involucrado.
El juez a cargo de la causa, firme con los demás acusados
Lijo rechazó este martes la excarcelación solicitada por los entonces 19 detenidos de integrar la organización, entre ellos su líder Juan Percowicz. Éste es un hombre de 84 años que encabezaba la secta y que continuará detenido hasta que el juez lo defina. En ese sentido, el magistrado pidió informes médicos para ver si tiene que acceder a un arresto domiciliario por su avanzada edad.
A su vez, el magistrado embargó 37 domicilios y 13 vehículos que pertenecen a los detenidos. Su resolución llegó tras el pedido del fiscal Carlos Stornelli, junto con los miembros de la unidad antitrata, Alejandra Mángano y Marcelo Colombo, para que siguieran privados de su libertad hasta tanto que se definan sus situaciones procesales.
La organización está bajo la lupa por hechos cometidos desde 2004. Éstos incluyen desde estafas y trata de personas, hasta reducción a la servidumbre y la explotación sexual a las alumnas de la escuela de yoga. La secta de Villa Crespo operaba, según se estableció en la investigación, con un primer paso que consistía en la realización de un proceso de captación.
Allí, les prometían a las víctimas que iban a “terminar” con los “males del SIDA y las drogas” y así “buscar el desarrollo de la felicidad”. Una vez que captaron su atención, utilizaban una escuela de yoga como establecimiento para cometer los delitos mencionados sobre esas personas.
Los tres ejes de la secta
La organización tenía tres grandes ejes de donde conseguir ingresos: uno era el sector de salud, que incluía la internación por adicciones, el suministro de psicofármacos, y el funcionamiento de una clínica en donde se prometía la “sanación”. Un segundo eje era el “sobre ceremonial”, que se basaba en el pago mensual de US$ 200 por parte de los “alumnos” para ser parte de la organización, que podía llegar hasta la suma de US$ 10.000, dependiendo el alumno.
Por otra parte, a los “alumnos” se les apropiaban sus bienes y se los colocaba a disposición de la organización, haciéndolos firmar, en algunos casos, testamentos a favor de sus miembros. El tercer eje era la explotación sexual de alguna de sus “alumnas”. Esto último consistía en enviarlas “a mantener encuentros sexuales con personas de elevado poder económico para obtener dinero, protección y/o influencias”.