La activista ambiental y feminista Francia Márquez se convirtió el domingo en la primera vicepresidenta negra de Colombia, un país hasta ahora gobernado por élites de hombres blancos, en el que logró superar un racismo estructural con un discurso a favor de la reconciliación nacional y en defensa de «los nadies».
Compañera de fórmula del senador Gustavo Petro, juntos se impusieron en un país históricamente dominado por conservadores y liberales, y durante los próximos cuatro años encabezarán el primer gobierno de izquierda de Colombia. Al momento de su jura, Márquez quien invocó «a Dios y al pueblo» para «cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia», replicó Télam.
«También juro ante mis ancestros y ancestras, hasta que la dignidad se haga costumbre», agregó. Por otro lado, agradeció: «este camino no empezó en una campaña electoral, este camino empezó en la resistencia de los pueblos, resistencia que se ha mantenido en más de 500 años, que a muchos les ha costado la vida, que a muchos les ha costado el exilio y que a muchas mujeres nos ha costado casi todo».
«Mis tareas son a partir de la delegación que haga el presidente. Lo que yo puedo hacer en este gobierno está en las funciones que me delegue el presidente y por supuesto mi voz, mis funciones estarán ahí», aseguró. «Dimos un paso muy importante, después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, de la gente de las manos callosas, de la gente de a pie, de los nadies y las nadies de Colombia», expresó.
Nacida en el departamento sudoccidental de Cauca, una región donde los grupos armados imponen su ley financiados por el narcotráfico y la minería ilegal, Márquez se convirtió en activista a los 13 años, cuando la construcción de una represa amenazó a su comunidad.
En 2009, junto a otros líderes comunitarios, inició un proceso de lucha para evitar el desalojo de comunidades afrodescendientes luego de que el gobierno entregara a multinacionales títulos de explotación minera en sus territorios. En 2014 lideró una marcha de 350 kilómetros desde el Cauca hasta Bogotá, en la que participaron unas 130 mujeres para exigir el fin de la minería ilegal en comunidades rurales donde los ríos estaban siendo contaminados con mercurio.
Tras ocupar el Ministerio del Interior durante una semana, fueron recibidas por el propio ministro y lograron detener esa explotación a gran escala y obtuvieron el reconocimiento de 27 Consejos Comunitarios del Norte del Cauca como sujetos de reparación colectiva.
Por esa lucha obtuvo en 2015 el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia y en 2018 el Goldman Environmental Prize, considerado el Nobel de los ambientalistas. Su lucha ambiental la catapultó a las portadas de los medios colombianos y le sirvió para impulsar una carrera política.
Tras una candidatura infructuosa en las legislativas de 2018, Márquez -que en 2019 entró a la lista de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras en el mundo- decidió lanzar a mediados de 2021 su precandidatura presidencial en las primarias del Pacto Histórico, la alianza progresista integrada también por Petro.