Cerca de cien militares de Azerbaiyán y Armenia murieron el lunes en los combates más violentos registrados desde la guerra que libraron ambos países en 2020. Esto llevó a la comunidad internacional a pedir «prudencia» y una solución pacífica al conflicto, informaron las autoridades.
Ambos países se acusaron mutuamente de haber iniciado las hostilidades. Los nuevos combates, que estallaron el domingo por la noche, ilustran lo volátil que sigue siendo la situación y amenazan con deshacer un frágil proceso de paz mediado por Rusia y Europa. Moscú había anunciado un alto el fuego que supuestamente estaba en vigor. Pero Azerbaiyán acusó a Armenia de haberlo violado «de forma intensa», informó Télam.
«Pese a un alto del fuego, Armenia está usando artillería y otras armas pesadas» en la frontera entre ambas naciones, denunció el Ministerio de Defensa azerbaiyano. Además indicó que el ejército de Bakú había emprendido «medidas de respuesta» a esos tiros. Un poco antes, estas autoridades habían afirmado que habían cumplido «todos sus objetivos» en los combates registrados su frontera con Armenia.
Por su parte, el Ministerio de Defensa armenio señaló que «a pesar de una fuerte disminución de la intensidad de los bombardeos, el enemigo continúa intentando avanzar». Los países son dos exrepúblicas soviéticas rivales del Cáucaso. Han librado dos guerras en las últimas tres décadas por el control de la región de Nagorno Karabaj, la última de las cuales tuvo lugar en 2020.
El primer ministro armenio denunció una «agresión» de Azerbaiyán y, en conversaciones telefónicas posteriores pidió una reacción al presidente ruso, Vladimir Putin; al francés, Emmanuel Macron; y al jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken. El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a los dos países a «tomar medidas inmediatas para rebajar tensiones» y a «resolver todos los problemas mediante el diálogo».