(Por Matilde Serra).- El Gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, comenzó a caminar el conurbano de la provincia de Buenos Aires, con dos objetivos. El primero es alcanzar un nivel de aceptación y conocimiento popular que le permita escalar en las encuestas. El segundo es evitar que los dirigentes locales del radicalismo se acerquen demasiado al PRO y lo dejen sin poder de fuego a la hora de encarar las internas del 2023 que lo enfrentarán con un peso pesado del macrismo.
Pero, de a poco, sin que nadie lo notara, empezó a colar en sus recorridas algunos conceptos de lo que piensa hacer en el país si es presidente. Siempre para adornar lo más álgido de su plan comienza con una muletilla. “No admitimos que digan que la crisis actual es culpa de toda la política, es culpa del Frente de Todos. Nosotros dejamos un país que gastaba 4000 millones de dólares en subsidios energéticos. Ahora se gastan 16 mil millones. Ahí están los dólares que faltan en el Banco Central y cada vez que faltan dólares le echan la culpa al campo”.
Pero desde hace tiempo que en sus discursos, en sus entrevistas y en las distintas reuniones públicas empezó a hablar del déficit que producen las empresas nacionales. “Uno habla de Aerolíneas, pero no solo es Aerolíneas. Hay muchas empresas nacionales. AYSA es una empresa pública y gasta miles de millones en subsidios”, señaló en Santa Fe, durante un foro sobre políticas sociales. Esta mención, por sí sola, no llama la atención. Lo que sí es preocupante es cuando cuenta tangencialmente cómo resolver el déficit.
Uno de los ejemplos que pone Gerardo Morales sobre cómo solucionar los problemas es el de Ingenio La Esperanza. Esta factoría azucarera entró en quiebra el año 1999. Desde entonces, fue administrado por el estado provincial. “Cuando llegué, el ingenio tenía 1200 trabajadores y daba pérdidas millonarias. Yo dije ‘qué tiene que hacer el Estado administrando un ingenio’”, cuenta orgulloso en los auditorios.
Lo que no cuenta es cómo se solucionó el problema finalmente. Para frenar las pérdidas que daba el ingenio, despidió prácticamente a la mitad de los trabajadores. Tasó el ingenio en 86 millones de dólares e intentó vendérselo a una empresa colombiana dedicada al negocio petrolero, pero las manifestaciones de los trabajadores despedidos y los conflictos que se desataron frustraron la venta.
Por eso recurrió a una brutal represión contra los trabajadores, algo que llamó “pacificar la empresa”. Luego, vendió el ingenio en 50 millones de dólares, 36 millones menos que el valor original. Además, junto a la venta autorizó al grupo tucumano Budeguer, que compró el ingenio, a despedir al personas y recontratarlo para evitar pagarles antigüedad laboral a los trabajadores, una vez que el ingenio vuelva a operar. Los únicos que denunciaron esta maniobra fueron Gastón Remy, concejal capitalino y Alejandro Vilca diputado nacional jujeño.
Es decir, en los planes de Gerardo Morales y Juntos por el Cambio no solo está reducir el déficit que generan los servicios energéticos sino también deshacerse de las empresas públicas que alcanzaron el mayor déficit de su historia durante el gobierno que hoy encabeza Alberto Fernández. Una mala noticia para los trabajadores, pero una gran noticia para los capitalistas amigos que esperan comprar a precios irrisorios algunas de las empresas que rematarán si asumen el Gobierno.