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SOCIEDAD

12 DE OCTUBRE – DÍA DE LA RAZA

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América, el 12 de octubre de 1492.

Día de la Raza

Por R. Federico Mena Martínez Castro

Nosotros y particularmente en mi caso persistimos en la antigua denominación y no en la nueva acerca de la diversidad cultural, ya que fue creada en el año 1913 por Faustino Rodríguez– San Pedro en su calidad de presidente de la Unión Ibero- americana para unir a España con todos aquellos países a quienes dio sus mejores esfuerzos, su lengua y sus primeras instituciones.

Los acontecimientos que acompañan estos nuevos tiempos envueltos en la vorágine de presagios negativos respecto a las situaciones políticas y económicas cernidas cual aves de presa en el mundo, y muy especialmente en nuestro país donde se aglomeran aparte de la situación mundial las ineptitudes e improvisaciones a las que nos tienen sometidos las infernales políticas y desacertados desencuentros de quienes nos gobiernan, no pueden hacernos perder de vista aquellos acontecimientos que jalonaron nuestra historia como el que hoy recordamos, cual es el desembarco de Cristóbal Colón en estas tierras de América en el año 1492.

Esta denominación últimamente ha sido denostada por interpretarse que significaba conmemorar el sometimiento y eliminación de los pueblos originarios, sin tener en cuenta que dentro de ellos también existían los mismos problemas.

Esta Unión se celebró como “Día de la Raza Española” en el año 1914 en la Casa Argentina de Málaga y en el año 1917 del presidente argentino Hipólito Yrigoyen la declaró “día de fiesta nacional” por decreto 7112 del 4 de octubre de 1917.

El día 12 de octubre de 1492, marca uno de los hitos más importantes en la historia del mundo. Es el año en que España concretaría su unificación peninsular con la toma de la ciudad de Granada en manos de la dinastía musulmana de los Nazaríes. Boabdil “El Moro” gran propulsor de las letras y de las ciencias en la España morisca, rendía su espada ante los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.

Es ese 12 de octubre de 1492 es un año clave en la cronología histórica y resume parte de la biografía española como así también la mencionada toma de Granada, significando la culminación de la Reconquista. Se constituye entonces la consolidación del estado español y el proceso de formación del estado ensanchando el mundo conocido en formidable revolución de tiempo y espacio.

España hasta entonces había conocido varios dominadores por ejemplo los romanos que hasta el cuatrocientos moldearon el pueblo de Hispanía durante seis siglos y los españoles llegaron a hablar el latín durante ese período, produciendo escritores de la talla de Séneca. El cristianismo penetró temprano. Luego de estos acontecimientos sucedieron tres siglos de dominación visigótica a los que se unieron ocho siglos de dominación musulmana que fueran vencidas en Granada. Al mundo de la cristiandad europea se agregó el de Indias conformando un mundo de corrientes contradictorias.

La guerra de la Reconquista española duró desde 1481 a 1492, y España ve crecer un poder real favorecido por las consecuencias de la guerra. En el mundo hispano de los Reyes Católicos ocho de cada diez habitantes eran campesinos y el hombre español para trazar un tanto su fisonomía, era apático y de energía inagotable, digno en la pobreza y de gran religiosidad.

El año 1492 es también el momento histórico de la declinación del feudalismo y la afirmación del poder monárquico. La Edad Media, más que un simpe tránsito de lo antiguo a lo moderno, fue una edad notable y de ella nace Europa.

El proceso unificador de la Península que venía desde la época del Cid se consolida con los Reyes Católicos, pero la unidad no fue solamente de la clase noble sino también la aspiración del pueblo. La época de los Reyes Católicos abarcó 43 años, y si la guerra favoreció la consolidación del poder, también estimuló la formación de un ejército nacional.

Es precisamente cuando decíamos se produce ese eje de bisagra que transformaría revolucionariamente todo el mundo conocido: El descubrimiento de las tierras que pasarían a llamarse América, en homenaje al marino Américo Vespucio.

La gesta del descubrimiento estuvo encabezada por el marino genovés Cristóbal Colón que quizá partió de este mundo sin tomar debida conciencia de la importancia que esto significó para la humanidad toda.

Salió de España y, como repiten incansablemente los manuales escolares, lo hizo desde el puerto de Palos, para luego de 72 días de sufrida navegación, donde la incertidumbre de cada legua marina hacía flaquear el ánimo de este pequeño contingente, Rodrigo de Triana descubre las tan ansiadas costas del nuevo mundo. En realidad, pensaban que estaban en las Indias Orientales, que constituían el motivo del viaje.

Se estaba concretando en esa fecha, una amalgama nunca imaginada: la unión de dos mundos, la unión de dos culturas y razas diferentes, donde interactuaría toda la historia cultural europea y oriental, junto a los avances y riqueza de la cultura americana.

Fue al conmemorarse el cuarto centenario del Descubrimiento, cuando en España, en el mismo Convento de la Rábida, un decreto real fechado el 12 de octubre de 1892, expresaba el alto propósito de instituir el 12 de octubre, aniversario en que las carabelas de Colón llegaran a estos lares como fiesta nacional. Es decir, como la magna fecha de la esencia española.

Estando el doctor Hipólito Yrigoyen a cargo del ejecutivo nacional argentino se dictó el decreto por el cual se conmemoraba el 12 de octubre como Fiesta Nacional, más comúnmente conocido como “Día a la Raza”. Este decreto tuvo la virtud de aglutinar todas las voluntades de los países americanos, inclusive el de Estados Unidos de Norteamérica. Unía para siempre dos cosmovisiones diferentes, dando el primer paso hacia las pluralidades culturales, étnicas o raciales. Quizá la imbricación no haya sido del todo perfecta, pues aún se escuchan las voces altisonantes de los pueblos originarios de la tierra, reclamando sus derechos o denostando la conquista española. Quienes esto hacen, es probable que no se detengan a pensar que todas las conquistas implican hechos no deseados de violencia.

Entre las comunidades aborígenes, también las luchas por la conquista del poder, significaron guerras cruentas, donde los pueblos sometidos pasaban de hecho a la más miserable de las esclavitudes. Ejemplos tenemos en la conquista incaica sobre el valle de Calchaquí, donde los sacerdotes que entraron con las huestes españolas no tuvieron tiempo de consignar un diccionario de la lengua Cacán, erradicada en pocos años por la conquista salvaje de los incas. Fue suplantada de oficio por el quechua, y la corriente indigenista alza sus voces sin tomar en cuenta estos acontecimientos. Cierto es que se cometieron abusos que obligaron a las autoridades peninsulares de la época a mandar a sus Oidores desde la provincia de Charcas, para reglamentar en leyes la cuestión de la servidumbre de los naturales. Todo esto no invalida la magnificencia de la epopeya de los conquistadores que derramaron su sangre en la empresa, y cuyos genes navegan en multitud de ciudadanos y funcionarios de las tierras conquistadas.

Luego del descubrimiento pasarían veintisiete años antes que los españoles asentados inicialmente en las Antillas, consiguieran conquistar uno de los grandes imperios del continente. Antes de 1519 los peninsulares en América, se establecieron en varias islas del Caribe, desde donde lanzaron varias expediciones al continente, muchas de ellas fracasadas, con fuertes pérdidas de vidas y haciendas. Durante el reinado de Fernando de Aragón que fallece en 1516, los españoles sólo logran establecerse en una pequeña región continental, llamada entonces con toda razón: “Tierra Firme” o el “Darién”, ubicada aproximadamente en el actual territorio atlántico de Colombia y Panamá.

Respecto a la cosmovisión americana debe aclarase que la conquista española significó también una toma de conciencia para los naturales que carecían de la idea continental de su tierra. Alguien dijo que el año de 1492, debería ser una conmemoración tanto del Descubrimiento como de la Invención de América.

Para el hombre de finales del medioevo, existían dos fuentes de autoridad para explicar el mundo que los rodeaba: la fe religiosa con sus documentos fundamentales, el Antiguo y Nuevo Testamento, más la autoridad de la Iglesia y de sus padres. Por el otro lado estaban los clásicos griegos y romanos. Es natural que este acontecimiento sea tanto para conquistadores, descubridores y cronistas un mundo extraño, al que había que cotejarlo con el universo limitado de su propia cultura. El azoramiento se concretaba en que los indios no eran ni blancos ni negros, ni moriscos ni canarios, las únicas categorías raciales y de pigmentación conocidas en la Europa de entonces. El aborigen de América fue por momentos idealizado como el arquetipo de la pureza y la inocencia, es decir considerado como un ciudadano del Edén, y otras veces demonizado y dado a la pereza. Hubo un momento en que el Vaticano se vio obligado a dictaminar tras hondas reflexiones, que los indios americanos eran hombres, y tenían almas a las que había de salvar.

Luego de este primer análisis sobrevendría la mestización que diera lugar a una nueva raza, como así también a todas las escenas de heroísmo entre conquistadores y conquistados pugnando por establecerse en las nuevas tierras o bien luchando por defenderlas a ultranza, como el modo más plausible de conservar su medio de vida.

Es mucho lo que habría para decir acerca de este encuentro de razas, pero volviendo a estos argonautas de 1492, no podemos menos que centrar este acontecimiento en la figura de Cristóbal Colón.

Al decir argonautas parafraseamos a los griegos que fueron a Colcos en la nave Argos en pos del vellocino de oro.

Los manuales de historia repiten hasta el agotamiento que era un genovés de humilde nacimiento. Su padre pertenecía a una familia de tejedores, siendo su padre Doménico Colombo y su madre Susana Fontanarrosa. Casó en dos oportunidades la primera con Felipa Muñiz de Perestrello de la cual naciera su hijo Diego y la segunda con Beatriz Heriquez de Arana, de la cual naciera su otro hijo Fernando. Su historia es por demás conocida de manera que sería redundante su mención.

En definitiva, el Día de la Raza fue instituido para afianzar los vínculos entre todos aquellos pueblos o países que tienen una lengua común, religiosa o de origen. En España bajo el reinado de Alfonso XIII se instituyó este día como Fiesta de la Raza y Fiesta Nacional para todas las ciudades españolas. También se lo conoce como Día de la Hispanidad.

La denominación fue creada por el ex ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro como presidente de la Unión Ibero-americana, eligiéndose el 12 de octubre. Se celebró por primera vez en 1914, también como homenaje a su descubridor Cristóbal Colón que sirviera para amalgamar la unidad espiritual entre la nación descubridora y civilizadora y las que se formaron en este suelo americano.

En la actualidad por disposición de Cristina Fernández de Kirchner en ejercicio de la presidencia y por el decreto número 1584/2010 -pasó a denominarse día de la Diversidad Cultural. Es otro de los atropellos cristinistas a la tradición que implica la fecha y su denominación.