Este martes, Israel votó por quinta vez en menos de cuatro años a su Parlamento y el exprimer ministro Benjamin Netanyahu buscaba su regreso al poder, en una carrera que probablemente dependerá del desempeño de un partido de extrema derecha que ha pasado de ser un grupo marginal a ser un potencial grupo llave.
Tras años de estancamiento, la exasperación de los votantes con los partidos políticos ha ido en aumento, pero el creciente apoyo al bloque ultranacionalista Sionismo Religioso ha impulsado la campaña tanto de los partidarios como de los oponentes del incendiario colíder del grupo, Itamar Ben-Gvir.
Los representantes electorales dijeron que la participación era del 47,5% a las 16:00 horas, la más alta en esta franja en 23 años. No está claro cómo afectará a los resultados esta fuerte participación de los votantes. Netanyahu, el premier que más tiempo estuvo en el cargo, está siendo juzgado por cargos de corrupción, que él niega.
Pero se espera que su partido, el derechista Likud, acabe siendo el que cuente con más sitios en el parlamento. Sin embargo, los últimos sondeos de opinión de la semana pasada mostraban que la derecha seguía sin alcanzar los 61 escaños necesarios para obtener la mayoría en la Knesset, de 120 plazas, lo que abre la perspectiva de una prolongada lucha por la coalición y de nuevas elecciones, informó Reuters.
La seguridad en las calles y el aumento de los precios han encabezado la lista de preocupaciones de los votantes en una campaña desencadenada por las deserciones de la insólita coalición gobernante de partidos de derecha, centristas y árabes formada tras las últimas elecciones. La campaña también se ha desarrollado en un contexto de creciente violencia en la Cisjordania ocupada, con redadas y enfrentamientos casi diarios.