Sacado del anonimato para dirigir el Partido Comunista de China tras la represión de Tiananmén en 1989, se esperaba que el expresidente Jiang Zemin fuera una figura más de la transición. Sin embargo, Jiang, quien falleció este miércoles a los 96 años de edad, silenció a los detractores. También limó diferencias con Estados Unidos y gestionó un auge económico sin precedentes.
Bajo su mandato, China capeó la crisis financiera asiática de 1997-1998, se incorporó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. También ganó la candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de verano de 2008 en Pekín. Entre sus mayores logros, están la devolución de Hong Kong a China en 1997, tras más de 150 años de dominio británico. Aunque la transferencia había sido negociada por el líder supremo Deng Xiaoping en 1984.
Más significativo fue probablemente su «triple representatividad», una teoría progresista de nombre desconcertante, que ayudó a dar forma a la China moderna al invitar a los empresarios —antes acosados como perros de presa del capitalismo— a unirse al partido.
A pesar de los rumores de que quería aferrarse al poder, Jiang se retiró como jefe del partido en 2002. Le entregó las riendas a Hu Jintao en la primera transición de liderazgodesde la revolución de 1949. «Jiang Zemin estaba más dispuesto a ser natural, aunque a veces pudiera percibirse como vulgar, poco sofisticado», manifestó Jean Pierre Cabestan, profesor de política en la Universidad Baptista de Hong Kong, a Reuters.
Jiang gestionó las crisis en las relaciones chino-estadounidenses tras el bombardeo de la embajada de Pekín en Belgrado por parte de la OTAN en 1999 y la colisión en 2001 entre un caza chino y un avión espía estadounidense en el espacio aéreo chino. Estos hechos, llevó los lazos bilaterales a su punto más bajo desde el restablecimiento del contacto diplomático en 1971.