La Selección Argentina tuvo su momento de épica, agradecimiento, algarabía y emoción. Lo extraño es que fue directamente un vínculo entre futbolista y el público nacional. La política únicamente intervino para pergeñar el sistema de seguridad. Alberto Fernández, quien esperaba la visita de los campeones del mundo, tuvo que mantenerse al margen.
Lionel Messi y compañía desde un primer momento entendieron que no debía interceder la política ningún festejo. El capitán del equipo insistió en ofrecerle la copa del mundo a los argentinos, pero sin presencia de dirigentes y tampoco hacerlo desde Casa Rosada para evitar controversias.
Pese a la convicción del plantel, de no mezclarse con la política, en un momento parecía indeclinable que la Casa de Gobierno era el destino más seguro. Sin embargo, Messi junto a los referentes, prefirieron subirse a un helicóptero y saludar vía aérea al público que se agolpó en el Obelisco y otras partes de la Ciudad. Verse con el Presidente era, prácticamente, una cuestión milagrosa.
«Celebro el modo en que el pueblo se volcó a las calles para homenajear a nuestra Selección y al equipo técnico. Millones de argentinos y argentinas en las calles, en un diciembre distinto, que quedará para siempre en nuestros corazones», escribió el mandatario tras observar los encuentros ya disputados. «Todas y todos pudimos agradecer en unidad y armonía la enorme alegría que nos han brindado. Como Presidente me sumo a ello«, añadió.
Por otro lado, en los pasillos de la Rosada, sostienen que la Selección no llegó hasta allí por una cuestión de tránsito a causa de los miles de argentinos que fueron en busca de sus campeones: «Los jugadores no vinieron por problemas de tránsito, y no por nada más, está todo desbordado«, le confiaron fuentes del Gobierno a la agencia de noticias NA.
