La situación nutricional entre los niños y adolescentes que viven en los barrios populares de la Argentina es cada vez más preocupante. Según un estudio de la Universidad Popular del movimiento Barrios de Pie, uno de cada dos menores de edad en esa situación sufre de malnutrición. De esta forma, el 48,6% de ellos tiene sobrepeso, obesidad o baja estatura. El porcentaje es un 4,5% más alto que el calculado en 2019.
La mala alimentación por ultraprocesados y el poco acceso a una dieta balanceada son dos de los disparadores principales de este flagelo. A pesar de las ayudas del Estado con la Tarjeta Alimentar y otros planes sociales, cuesta afrontar los precios de determinados productos como la carne, los lácteos y las frutas y verduras. Además, casi no existe asistencia alimentaria, por lo que muchos niños repiten, en casi todas sus comidas (si es que logran ingerir las tres diarias) alimentos como arroz, polenta o fideos.
Las alteraciones más frecuentes fueron el sobrepeso, acorde precisó LN+. Se detectó esa condición 20,9% de los casos; la obesidad se posicionó en el 24,5%. El déficit de peso, en cambio, se ubica en un 3,2% global. Por otro lado, la baja talla, que suele ser producida por desnutrición crónica, alcanza el 6,7%. Es grave el fuerte predominio en menores de 2 años (20,2%) y niños y niñas de 2 a 6 años (8,9%). Hay una incidencia del 6% en niños y jóvenes de entre 10 y 18 años.
El estudio estuvo a cargo del doctor Marcos Caviglia, especialista en medicina general y familiar. Se realizó entre 38.622 niños, niñas y adolescentes de barrios populares que asisten a espacios comunitarios en 16 provincias de Argentina. El trabajo de campo revela que los chicos sí comen, pero muchos de ellos no se alimentan con los nutrientes necesarios.
Consecuencias
Estos factores pueden derivar en un claro deterioro cognitivo, debido a que el cerebro no recibe lo necesario para desarrollarse adecuadamente. Además, la malnutrición genera una menor capacidad inmunológica en el organismo, merma de la capacidad intelectual, problemas respiratorios, disminución de la capacidad física, y mayor riesgo de trastornos psíquicos como depresión y ansiedad.