Los nacionalistas y algunos legisladores de Rusia han exigido el castigo de mandos militares a los que acusan ignorar los peligros, mientras crece la indignación por la muerte de decenas de soldados rusos en uno de los ataques más mortíferos de la guerra en Ucrania.
En una rara revelación, el Ministerio de Defensa de Rusia dijo que 63 soldados murieron en la víspera de Año Nuevo, en una explosión que destruyó un cuartel temporal en una escuela de formación en Makiivka, ciudad gemela de la capital regional de Donetsk ocupada por Moscú en el este de Ucrania.
Los críticos rusos manifestaron que los soldados estaban alojados junto a un depósito de municiones. El ataque de a finales de diciembre contra Makiivka se produjo mientras Moscú continuaba con su reciente oleada de ataques nocturnos con drones sobre Kiev y otras ciudades ucranianas.
Responsables ucranianos manifestaron que Rusia atacó el lunes partes controladas por Kiev de la región de Donetsk, golpeando el pueblo de Yakovlivka, la ciudad de Kramatorsk y destruyendo una pista de hielo en la ciudad de Druzhkivka. Ucrania afirmó que el número de muertos rusos en Makiivka se contaba por centenares, aunque las autoridades regionales prorrusas lo calificaron de «exageración», informó Reuters.
Blogueros militares rusos dijeron que la magnitud de la destrucción se debió al almacenamiento de municiones en el mismo edificio que el cuartel, a pesar de que los mandos militares sabían que estaba al alcance de los cohetes ucranianos. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania informó del ataque de Makiivka como «un ataque contra personal y equipo militar rusos».