Miles de personas, en gran medida de las regiones mineras del sur de Perú, llegaron este jueves a Lima para una gran protesta planificada contra el gobierno de Dina Boluarte y el Congreso, enardecida por más de 50 muertes vinculadas a las protestas desde el mes pasado.
Los enfrentamientos marcan la peor violencia que el país ha visto en más de 20 años, ya que muchas personas en las regiones rurales más pobres expresan su ira contra la élite política de Lima por la desigualdad y el aumento de los precios, poniendo a prueba las instituciones democráticas de la nación andina rica en cobre.
Los manifestantes están planeando una protesta de «Tomar el control de Lima» el jueves, y se espera que miles de policías respondan. Los manifestantes exigen la renuncia de Boluarte, nuevas elecciones rápidas, una salida clara del Congreso y una nueva Constitución que reemplace a la heredada del mandato Alberto Fujimori, en la década de 1990.
El miércoles por la noche comenzaron los enfrentamientos con los manifestantes arrojando piedras y la policía usando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Las protestas, provocadas por la destitución del expresidente Pedro Castillo en diciembre, después de que intentara cerrar ilegalmente el Congreso y consolidar el poder, han provocado la muerte de 43 personas en enfrentamientos, incluido un oficial de policía, informó Reuters.
La policía ha aumentado la vigilancia de las carreteras que ingresan a Lima y los líderes políticos han llamado a la calma. La semana pasada, el gobierno extendió el estado de emergencia en Lima y las regiones sureñas de Puno y Cusco, restringiendo algunos derechos civiles. Boluarte ha pedido «perdón» por las muertes en las protestas, pero se ha mantenido firme en que no va a dimitir.