La conductora Viviana Canosa le tiró de todo al ministro de Economía Sergio Massa tras denunciar el blindaje mediático para protegerlo. Al atacar al periodista Jorge Fontevecchia por considerarlo uno de los protectores del funcionario, describió todas las falencias en las que incurrió el «superministro» desde que asumió. Los números lo dicen todo.
«Otro que debería renunciar es el que siempre llega corriendo a las reuniones. Dicen que Massa siempre llega corriendo cuando están todos adentro. Debería renunciar el ministro manos de tijera, ya el dólar se fue al joraca», remarcó en su segmento de LN+. La inflación es de los problemas que más preocupan a la sociedad, de la cual poco se hizo por desacelerarla o, al menos, mantenerla en un porcentaje.
«Con estos números, cualquier ministro de economía en cualquier parte del mundo estaría aplazado, pero a él lo quieren de candidato. Es un fracaso la gestión del ministro manos de tijera. Los números dan para que le peguen una patada en el traste, pero, por ahora, la mechera y La Cámpora lo bancan», sintetizó.
La dura recriminación de Viviana Canosa al periodismo panqueque
Yendo más lejos, la conductora tildó de «obsecuente» al periodismo panqueque que antes se mostraba crítico y decía verdades de la realidad. «Yo le pregunto al periodismo, por más que se enriquezcan con la pauta, si no se imaginan el futuro que le estamos dejando a nuestros hijos. No hay guita que alcance, este país está fundido», apuntó.
Jorge Fontevecchia fue el segundo blanco de Canosa al decir que «se enamoró de Sergio», luego de que cambiara su discurso para «tirarle flores». «Somos la cuarta inflación más alta del mundo, pero, para Fontevecchia, Massa es un ídolo nacional. Estos son los periodistas los que levantan el dedo y hablan de moral», expuso.
De esta forma, evidenció cómo el kirchnerismo tiene una fuerte indignación selectiva según quien gobierne. «Mauricio Macri, según los medios K, todo lo que hizo fue endeudarnos, tomar deuda, y todo lo que hace Massa es ‘financiar’. Y las dos cosas son una mierd*», cerró.
