Este viernes, el rescate de varios supervivientes entre los escombros en Turquía levantó el ánimo de los cansados ??equipos de búsqueda, cuatro días después de que un gran terremoto sacudiera el país y la vecina Siria, matando a más de 21.000 personas.
El frío, el hambre y la desesperación azotan a cientos de miles de personas, que se han quedado sin hogar en pleno invierno a causa del terremoto más mortífero de la región en décadas. Varias personas fueron sacadas de entre los escombros de los edificios durante la noche, entre ellas un niño de 10 años salvado con su madre después de 90 horas en Hatay, al sur de Turquía.
También en Hatay, una niña de siete años llamada Asya Donmez fue rescatada después de 95 horas y trasladada al hospital. En Diyarbakir, al este, Sebahat Varli, de 32 años, y su hijo Serhat fueron rescatados y trasladados al hospital el viernes por la mañana, 100 después del primer seísmo.
Pero se desvanecían las esperanzas de encontrar a muchos más con vida entre las ruinas de miles de edificios derrumbados en pueblos y ciudades de toda la región. El número de víctimas mortales del seísmo de magnitud 7,8 y de varias réplicas potentes en ambos países ha superado los más de 17.000 muertos de 1999, cuando un terremoto de potencia similar sacudió el noroeste de Turquía, informó Reuters.
La ayuda de la ONU comenzó a llegar el jueves desde Turquía al noroeste de Siria, controlada por los rebeldes, después de que el seísmo interrumpiera una línea de ayuda vital para unos 4 millones de personas. No obstante, las labores de socorro en Siria se han visto complicadas por los 11 años de guerra civil que han dividido el país.