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POLÍTICA

Al revés del Gobierno: Sergio Berni quiere que los presos trabajen y hacer una cárcel como en El Salvador

Sergio Berni quiere realizar una mega cárcel como en El Salvador y reducir los derechos de los presos a diferencia del Gobierno.

Sergio Berni

Las políticas del Gobierno sobre los presos son claras. Durante la pandemia liberaron a parte de ellos para, supuestamente, evitar el aglomeramiento, para poner un ejemplo. Esto fue muy criticado por Juntos por el Cambio, aunque ahora apareció Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, para también pararse de la vereda opuesta al Frente de Todos.

El dirigente habló en relación de inseguridad que se vive en el país pero con el foco puesto en Santa Fe, donde amenazaron a Lionel Messi y su familia. Esto fue publicado por portales de noticias de todo el mundo y ahora el responsable de la seguridad bonaerense se mostró duro con los delincuentes, a los que le aplicaría un método ya conocido en la región.

«Me conocen y saben como pienso, entenderán que lo de Bukele en El Salvador es música para mis oídos«, admitió Sergio Berni en Radio La Red. «Le diria, de manera irónica, que copió lo que tengo en mi cabeza desde hace años. Ese es el camino en materia penal en materia punitiva», reconoció el funcionario que está alejado del presidente y la vicepresidenta.

En este mismo sentido, el ministro bonaerense reveló que le gustaría que «los presos trabajen» dentro de las cárceles. Esta decisión es rechazada desde el Gobierno, aunque el dirigente pidió una reforma de la Constitución Nacional para poder llevar a cabo esta medida en contra de los criminales, a los cuales los comparó con El Salvador.

La cárcel de El Salvador que admira Sergio Berni

Para poner en contexto, Sergio Berni quiere hacer un Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) pero para ladrones. Este complejo cuenta con capacidad para 64.000 prisioneros y fue construido sobre 166 hectáreas. Las mismas albergan ocho pabellones ubicados dentro de un terreno rodeado de un muro de concreto de 11 metros de altura, 2,1 kilómetros de largo que, a su vez, está protegido por alambre electrificado.

Como si esto fuera poco, cada vez que alguien ingresa a visitar a un pandillero, deben dejar sus datos, les sacan fotos y pasan por detectores de metales y escáneres. Hay tres barreras de control más un muro intermedio en el cual los presos realizan actividades. Un detalle a tener en cuenta es que todos están con la cabeza rapada y prácticamente no se mueven sin un policía al lado.