El presidente de Francia, Emmanuel Macron, viajará a China la próxima semana para una visita poco habitual a la superpotencia emergente, en un incómodo acto de equilibrio entre sus ambiciones de estadista global y su lucha por contener las polémicas protestas sobre las pensiones en su país.
Macron, cuya decisión de aprobar a principios de este mes una controvertida ley de pensiones en el Parlamento evidencia enfrentamientos y violencia en las ciudades francesas, está tratando de mantener su apretada agenda diplomática. Pero las caóticas escenas de montones de basura ardiendo en París, lo obligaron a cancelar una visita de Estado del rey Carlos III.
«Es algo muy prestigioso recibir la primera visita al extranjero del rey de Inglaterra, no ocurre todos los días. Si no se puede llevar a cabo, es un problema», declaró a Reuters el embajador de un país europeo. «Está claro que le está debilitando», dijo otro diplomático de la Unión Europea. «Es difícil medir el impacto, pero lo hay», agregó.
Las protestas, que verán a los sindicatos organizar una undécima huelga nacional durante el tiempo que Macron esté en Pekín, se producen cuando el presidente francés está tratando de recuperar la iniciativa sobre la guerra en Ucrania y desempeñar un papel de liderazgo en Europa. Eso no ha escapado a los observadores chinos, informó Reuters.
«Las protestas conllevan una gran cantidad de riesgos y Francia necesita un punto culminante diplomático, sobre todo porque quiere desempeñar el papel de líder de Europa», expresó Wang Yiwei, director del Centro de Estudios Europeos de la Universidad Renmin de China.
