Este martes, los sindicatos de Francia intensificaron su lucha contra los planes de reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron, cuando la mayoría de los trenes se detuvieron, se interrumpió el suministro de combustible y las escuelas cerraron en un sexto día de huelgas en todo el país.
Se trata de un momento crítico para el Gobierno, que espera que la reforma pueda ser aprobada por el Parlamento a finales de marzo. Para aumentar la presión sobre los parlamentarios, con el fin de que no aumenten la edad de jubilación en dos años, hasta los 64, los sindicatos dijeron que esta vez habría huelgas continuas, que podrían prolongarse durante días, incluso en las refinerías de petróleo y los ferrocarriles.
«Seguiremos hasta que se retire la reforma», declaró el jefe del sindicato FO, Frédéric Souillot. Los basureros y los camioneros se sumaron a la huelga, en una señal de que las protestas se extendieron a más sectores. Como en los paros anteriores, se redujo la producción de electricidad, se interrumpió el suministro de combustible y el refinado y muchos profesores abandonaron sus puestos de trabajo.
Las manifestaciones están previstas concentraciones en toda Francia, después de que más de 1,27 millones de personas participaran en las protestas del 31 de enero. «¡Juntos… paremos Francia!», expresaron los principales sindicatos del país en un comunicado conjunto, informó Reuters.
Los sondeos de opinión muestran desde hace semanas que la mayoría de los votantes rechazan la reforma, pero el Gobierno insiste en que es esencial para garantizar que el sistema de pensiones no quiebre. Aún no está claro si los cambios aprobados serán por el Parlamento antes de finales de mes o si el Gobierno tendrá que forzar su aprobación utilizando poderes constitucionales especiales.