Miles de trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo este miércoles para protestar por la catástrofe ferroviaria más mortífera de Grecia, y se espera que las protestas culminen frente al Parlamento en Atenas. El accidente del 28 de febrero, en el que murieron 57 personas, ha provocado la indignación pública por el estado ruinoso de la red ferroviaria griega.
Los trabajadores afirman que la culpa es de años de negligencia, falta de inversión y escasez de personal, un legado de la crisis de la deuda griega que dura ya una década. Muchas de las 350 personas que viajaban a bordo de un tren interurbano de pasajeros que chocó frontalmente con un tren de mercancías cuando circulaba por la misma vía eran estudiantes universitarios.
La catástrofe ha provocado protestas en toda Grecia, y más de 10.000 personas se concentraron el domingo en la capital del país. Se espera que miles de personas se concentren este miércoles en el centro de Atenas. Los ferroviarios llevan desde el jueves en huelga continua de 24 horas, paralizando la red.
Afirman que sus demandas de mejora de los protocolos de seguridad llevan años sin ser escuchadas y han prometido «imponer la seguridad» para garantizar que no se repita un accidente. «Tenemos una obligación para con nuestros semejantes y nuestros compañeros fallecidos en el trágico accidente», afirmó el principal sindicato ferroviario, informó Reuters.
El Gobierno conservador, cuyo mandato termina en julio y que en un principio tenía previsto convocar elecciones en las próximas semanas, ha achacado el accidente principalmente a errores humanos y a deficiencias que, según dice, no se han corregido en las últimas décadas. El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, ha confiado la cartera a uno de sus colaboradores más cercanos, el ministro de Estado, George Gerapetritis, tras la dimisión del anterior ministro de Transportes.