Cuando una lucha de poder entre los líderes militares rivales de Sudán destrozó la tenue paz en su aldea en la región occidental de Darfur en Sudán, el primer instinto de Halime Yacoub Issac fue tomar a sus cinco hijos y huir. Pero cuatro días después de buscar refugio en el vecino Chad, un país de África con su propia grave crisis humanitaria, aún no había recibido ayuda y solo esperaba que no se murieran de hambre.
«Dependemos por completo de la comida que nos dan las familias chadianas», dijo Issac a Reuters, sentado en un raro parche de sombra cerca de la aldea fronteriza de Goungour con otras mujeres y niños recién llegados, algunos de ellos huérfanos. Cerca de allí, cientos de familias acampaban bajo los árboles o habían construido refugios endebles con palos y sábanas que se mecían con el viento.
Las batallas entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares que estallaron en la capital, Jartum, a mediados de abril, ahora han envuelto gran parte de Sudán, matando a cientos, hiriendo a miles y desatando un desastre humanitario que no podría haber llegado en peor momento.
África ya se enfrentaba a una serie de crisis cada vez más profundas, desde sequías hasta inundaciones y una lista cada vez mayor de conflictos armados, que ha visto aumentar la demanda de asistencia humanitaria para salvar vidas. Ahora, según una estimación interna de la ONU obtenida por Reuters, 5 millones de personas más en Sudán necesitarán asistencia de emergencia, la mitad de ellos niños.
Para octubre, se espera que unas 860.000 personas huyan a países vecinos, incluido Chad, lo que ejercerá una presión adicional sobre las naciones que ya enfrentan algunas de las crisis humanitarias con menos fondos del mundo. Sin embargo, un análisis de Reuters de los datos de financiación de las Naciones Unidas para África muestra que el apoyo financiero de los principales gobiernos donantes está disminuyendo.
Asegurar dinero adicional es una posibilidad remota, expresaron 12 trabajadores humanitarios, diplomáticos y funcionarios de gobiernos donantes. Lo más probable, dijeron, es que las brechas de financiamiento crezcan a medida que Europa se enfoca en Ucrania, el Reino Unido posterior al Brexit se vuelve hacia adentro y algunos legisladores en los Estados Unidos, el mayor donante del mundo, apuntan a recortes presupuestarios.
«Habrá menos fondos este año», dijo a Reuters la nueva directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain, durante una visita a Somalia este mes. «Rezo para que no haya. Pero la realidad es que habrá menos», agregó. Las agencias de ayuda se apresuran a distribuir alimentos de emergencia y registrar a los recién llegados, pero los recursos son escasos.
