Alberto Fernández pretende acercarse a Cristina Kirchner para delinear las bases electorales en el Frente de Todos. Sin embargo, desde el sector que lidera la vicepresidenta no han respondido ninguno de los guiños lanzados desde Casa Rosada. El albertismo tendrá que esperar al Congreso Nacional Justicialista a realizarse el 16 de mayo.
Con la Casa de Gobierno sitiada, el Presidente busca liberarse del asedio de su propia coalición. El presunto renunciamiento a la reelección terminó arrebatándole el párvulo poder que ostentaba. Apenas le queda un solo dardo y es la presidencia del Justicialismo. A la leguas se ve con nitidez que no le alcanza para hacer quebrar la resistencia kirchnerista.
Declaraciones de Gabriel Katopodis o Victoria Tolosa Paz pidiendo que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se reúnan, parecen tener una intención más gubernamental que personal. El jefe de Estado ha tenido como objetivo, en más de una ocasión, complacer a su compañera de fórmula. Asimismo no ha conseguido que la presidenta del Senado quiebre su postura. Ni siquiera consternarla.
La Cámpora, ante los incansables intentos presidenciales de acercarse, se sostiene al margen. Hay dos cuestiones indiscutibles en el sector duro del Frente de Todos: el desprestigio del Presidente y el poder de Cristina Kirchner. Para «los chicos de La Cámpora» arrimarse al jefe de Estado es como invertir en pesos, no sirve. Aparte, ¿para qué sentarse con Alberto Fernández? La que sintetiza el poder es Cristina.
A pesar de que restan varios meses para que culmine la actual gestión, el kirchnerismo no dio vuelta la página, directamente cerró el libro. El foco está direccionado en las candidaturas y no repetir el «horror» del 2019. Los problemas en La Cámpora es decidir si va uno de ellos, como Wado de Pedro, o apoyan a Sergio Massa, del Frente Renovador.