El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se reunirá este lunes con el presidente de China, Xi Jinping, como colofón de un infrecuente y crucial viaje a Pekín que pretende garantizar que las numerosas disputas entre las superpotencias no desemboquen en un conflicto abierto.
La reunión de Blinken con Xi en el último día de su visita de dos días será la primera vez que un secretario de Estado estadounidense se reúna con el líder chino desde 2018, y podría ayudar a facilitar una cumbre entre Xi y el presidente estadounidense Joe Biden este año.
Durante su visita, Blinken mantuvo conversaciones con el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, este lunes, y con el ministro de Asuntos Exteriores, Qin Gang, el domingo. Las conversaciones no parecieron lograr grandes avances en la superación de las diferencias entre ambas partes, que abarcan desde Taiwán hasta el comercio exterior, los derechos humanos, el flujo del opioide sintético fentanilo o su postura ante la guerra de Ucrania.
Según Wang, la relación entre Estados Unidos y China se encuentra en su punto más bajo y la causa principal es la percepción errónea que Washington tiene de Pekín. Blinken subrayó la importancia de los canales de comunicación abiertos para gestionar la competencia entre los dos países durante las más de tres horas de conversaciones con Wang, según informó el Departamento de Estado, que calificó el diálogo de «productivo», replicó Reuters.
Taiwán
El tono de Pekín sobre Taiwán, la isla democrática que Pekín reclama como propia, ha sido especialmente tajante durante la visita de Blinken. Wang afirmó que «China no tiene margen para concesiones ni acuerdos», según la lectura china. Estados Unidos mantiene desde hace tiempo una política de «ambigüedad estratégica» sobre si respondería militarmente a un ataque contra Taiwán, que Pekín se ha negado a descartar.
El año pasado, cuando se le preguntó, el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que Washington defendería a Taiwán en caso de invasión china, aunque sus ayudantes dijeron más tarde que sus comentarios no suponían un alejamiento de la política de «una sola China». Las autoridades estadounidenses han subrayado que Estados Unidos no apoya la independencia de Taiwán.