Un «campo de escombros» fue descubierto este jueves por una embarcación robótica de aguas profundas que buscaba un sumergible turístico desaparecido en el fondo del océano cerca de los restos del Titanic, informó la Guardia Costera de Estados Unidos.
Los expertos están revisando la información recopilada por el vehículo operado por control remoto que se desplegó desde un barco canadiense, dijo la agencia, sin ofrecer detalles adicionales. La búsqueda desesperada del sumergible Titán de 6,7 metros había llegado a una etapa crítica este jueves por la mañana, cuando se estimó que el suministro de aire para las cinco personas a bordo casi se había agotado, o posiblemente se había agotado.
El Titán, del tamaño de una camioneta, operado por OceanGate Expeditions, comenzó lo que iba a ser un descenso de dos horas en la mañana del domingo, pero perdió contacto con su barco de apoyo. El sumergible partió con 96 horas de aire, según la compañía, lo que significa que el oxígeno probablemente se habría agotado el jueves por la mañana, suponiendo que el Titán aún esté intacto.
Los equipos de rescate de varios países y los familiares y amigos de los cinco ocupantes del Titán se esperanzaron cuando la Guardia Costera estadounidense dijo el miércoles que los aviones de búsqueda canadienses habían registrado ruidos submarinos utilizando boyas de sonar ese mismo día y el martes, informó Reuters.
No obstante, la Guardia Costera explicó que los vehículos submarinos teledirigidos que buscaban donde se detectaron los ruidos no habían dado resultados y los expertos advirtieron que los sonidos podrían no haberse originado en el Titán. «Cuando estás en medio de un caso de búsqueda y rescate, siempre tienes esperanza», dijo el capitán de la Guardia Costera, Jamie Frederick, añadiendo que el análisis de los ruidos no eran concluyentes.
Aventura en alta mar
El Titán transportaba a su piloto y a otras cuatro personas en una excursión en alta mar hasta el pecio, colofón de una aventura turística por la que OceanGate cobra 250.000 dólares por persona. Entre los pasajeros se encontraban el multimillonario y aventurero británico Hamish Harding, de 58 años, y el magnate de los negocios de origen paquistaní Shahzada Dawood, de 48, con su hijo Suleman, de 19, ambos ciudadanos británicos.
El oceanógrafo francés y experto en el Titanic Paul-Henri Nargeolet, de 77 años, y Stockton Rush, fundador y director ejecutivo de OceanGate, también viajaban a bordo. Sidonie Nargeolet dijo a Reuters que vivía con «mucho estrés, emociones muy encontradas» cuando la búsqueda del sumergible en las profundidades del Océano Atlántico entró en una fase crítica. «Por momentos tengo mucha esperanza, estoy bien, creo y tengo mucha esperanza. Pero en otros la esperanza se va y es difícil de soportar, y a medida que pasa el tiempo se hace más difícil», agregó.
«Realmente espero que los encuentren y estén a salvo. Creo que debemos confiar en lo que están haciendo y tener confianza», manifestó. Nargeolet dijo que su padre, de 77 años, había estado cerca de los restos del Titanic 30 veces, la primera en 1987. Por su parte, Rush está casado con una descendiente de dos de las víctimas del Titanic.
La seguridad de Titán
Las dudas sobre la seguridad de Titán surgieron en 2018, durante un simposio de expertos de la industria de sumergibles y en una demanda presentada por el exjefe de operaciones marítimas de OceanGate, que se resolvió más tarde ese año. Incluso si se localizara el Titán, recuperarlo presentaría enormes desafíos logísticos.
Si el sumergible hubiera conseguido volver a la superficie, sería difícil localizarlo en mar abierto y, además, está cerrado con pestillo desde el exterior, por lo que los que están dentro no pueden salir sin ayuda. Si se encuentra en el fondo del océano, el rescate tendría que hacer frente a las inmensas presiones y a la oscuridad total a esa profundidad.