El conflicto en Sudán alcanzó la marca de dos meses este jueves sin señales de una resolución, ya que los esfuerzos diplomáticos de paz se encuentran con obstáculos y aumenta el riesgo de una guerra étnica más amplia. Los combates entre el ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han desplazado a 2,2 millones de personas y han matado al menos a 1.000.
Ha cerrado la economía, hundiendo a millones de sudaneses en el hambre y la dependencia de la ayuda exterior, y ha destrozado el sistema de salud. El ejército y las RSF, qué juntos derrocaron al autócrata Omar al-Bashir en 2019, comenzaron a luchar en el corazón de la capital el 15 de abril tras discrepar sobre la integración de sus tropas en una nueva transición a la democracia.
Desde entonces, los combates se han ampliado, golpeando ciudades clave en el oeste del país, la peor de todas, la ciudad de El Geneina, West Darfur, donde los activistas dicen que 1.100 personas han muerto y la ONU dice que 150.000 personas han huido a Chad.
Los combates sacudieron el miércoles varias ciudades vulnerables del oeste de Sudán. La guerra ha provocado una crisis humanitaria en Jartum, así como en ciudades como El Obeid, Nyala, El Fashir y El Geneina, donde han muerto más de 1.100 personas. Khamis Abbakar, gobernador del estado de Darfur del Oeste, pidió la intervención internacional en lo que describió como un «genocidio», informó Reuters.
La región sudanesa de Darfur ha vivido periodos de conflicto desde principios de la década de 2000, cuando millones de personas se vieron desplazadas y 300.000 murieron a causa de los ataques de las milicias árabes conocidas como Janjaweed. Las RSF evolucionaron a partir de esos grupos, convirtiéndose en una fuerza estatal legalizada en 2017.