Los dirigentes clericales de Irán están reprimiendo la disidencia antes del aniversario de la muerte de la joven Mahsa Amini bajo custodia policial por motivos de moralidad. Las medidas se tomaron temiendo un resurgimiento de las protestas a escala nacional que sacudieron la República Islámica durante meses.
Periodistas, abogados, activistas, defensores de los derechos humanos y estudiantes han sido detenidos, citados o se han enfrentado a otras medidas en una campaña que un activista describió como una forma de «infundir miedo e intimidación».
En febrero, el poder judicial iraní anunció una amplia amnistía que incluía excarcelaciones, indultos o reducciones de condena para las personas detenidas, acusadas o encarceladas durante los disturbios anteriores. Representantes del poder judicial iraní no estaban disponibles de inmediato para comentar la situación actual.
Sin embargo, altos cargos han defendido la nueva represión como necesaria para mantener la estabilidad. En cambio, algunos políticos y expertos han afirmado que el aumento de la represión podría agravar la crisis entre la cúpula clerical y la sociedad en general, en un momento de creciente descontento popular por los problemas económicos, informó Reuters.
Represión contra las mujeres
El domingo, la policía anunció que la policía de la moralidad había intensificado la represión contra las mujeres que incumplían el código de vestimenta obligatorio. En una muestra de desobediencia civil, las mujeres sin velo han aparecido con frecuencia en público desde la muerte de Amini, de 22 años, el 16 de septiembre del año pasado.
Amini entró en coma y murió tres días después tras ser detenida por la policía de la moralidad por presunta violación del código islámico de vestimenta. El incidente desató años de ira contenida por cuestiones que iban desde el endurecimiento de los controles sociales y políticos hasta las dificultades económicas. Esto desencadenó la peor crisis de legitimidad del clero en décadas.
Las fuerzas de seguridad aplastaron meses de disturbios, durante los cuales manifestantes de todas las clases sociales pidieron la caída de la República Islámica. Además, las mujeres se quitaron y quemaron con furia los pañuelos obligatorios. Un exalto cargo iraní afirmó que, esta vez, las autoridades no deben ignorar la realidad sobre el terreno.
«La República Islámica se siente amenazada. Al volver a desplegar la policía de la moralidad, el régimen está alimentando la revolución popular», afirmó Atena Daemi, destacada activista de los derechos humanos en Irán. «La gente está muy enfadada por la represión, las violaciones de derechos y el empeoramiento de los problemas económicos. Todo esto provocará el resurgimiento de las protestas callejeras», agregó.