El grupo Wagner entregó más de 2.000 piezas de equipo y armamento a las Fuerzas Armadas, informó el Ministerio de Defensa de Rusia. Así, el ejército privado suministró cientos de tanques, sistemas de lanzacohetes múltiples Grad y Uragan, antiaéreos Pantsir, artillería autopropulsada, vehículos blindados de transporte de tropas, entre otros.
Asimismo, se transfirieron más de 2.000 toneladas de municiones de diversos tipos y unas 20.000 armas ligeras. De acuerdo con el ente, todos los materiales y armas se transportan a las zonas de retaguardia, donde las unidades de mantenimiento de las Fuerzas Armadas rusas realizan trabajos correspondientes y los preparan para su uso ulterior, informó NA.
Entre los equipos transferidos, decenas de unidades nunca se utilizaron en condiciones de combate, agregó el informe. El sitio recordó el incidente protagonizado por Wagner del 23 al 24 de junio que derivó en un motín y precisó que «a los combatientes que no participaron en la rebelión se les ofreció firmar un contrato con el Ministerio de Defensa ruso», en tanto que los otros serán absueltos.
Ucrania ha recibido municiones de racimo
Ucrania ha recibido municiones de racimo, declaró este jueves un portavoz militar, menos de una semana después de que Estados Unidos anunciara que transferiría este tipo de municiones a las fuerzas ucranianas. Valeryi Shershen, portavoz del mando militar de Tavria, confirmó una información de la CNN que citaba al comandante de las fuerzas de Tavria diciendo que Kiev acababa de recibir municiones de racimo, pero que aún no las había empleado, informó Reuters.
Las municiones de racimo están «en manos de nuestras fuerzas de defensa», declaró Shershen a la televisión ucraniana, pero dando pocos detalles. Estados Unidos anunció el 7 de julio que enviaría a Kiev municiones de racimo como parte de un paquete de seguridad de 800 millones de dólares destinado a garantizar que las fuerzas rusas que invadieron Ucrania hace casi 17 meses no puedan detener una contraofensiva ucraniana.
Las municiones de racimo están prohibidas en más de 100 países. Suelen liberar un gran número de pequeñas bombetas que pueden matar indiscriminadamente en una amplia zona. Las que no explotan suponen un peligro durante décadas. Ucrania ha declarado que solo usará bombas de racimo para «desocupar» su territorio y que no las empleará en zonas urbanas