Sincero, directo y sin pelos en la lengua. De esta manera fue como se mostró nada más y nada menos que Favio Posca, uno de los periodistas más reconocidos de su generación, que ha sabido muy bien de qué manera ganarse el cariño del público que lo ha seguido durante años en sus diferentes proyectos.
Ahora, dio que hablar por lo que contó sobre su historia familiar en diálogo con Gastón Pauls en “Seres Libres”, donde no dudó en hacer referencia a su padre. “Yo necesité transformar y sublimar un montón de cosas de mi primer universo y digamos de mi infancia. Cosas muy fantasmáticas que me torturaban y que por suerte encontré o que es el teatro como para expresarme”, comenzó asegurando.
“A los 15 o 16 yo estaba bastante muy border, de manera natural, sin haber consumido nada. O sea, estaba realmente para medicar. Me acuerdo de que una psicóloga me dijo ‘si vos no venías hoy a verme y no empezamos a hacer un tratamiento desde lo psicoanalítico, a los 25 años vas a tener un chaleco de pastillas’”, aclaró.
Su historia familiar
“Con mi viejo la pasé muy mal. Yo siento que tuve dos padres, porque había uno que tomaba alcohol y el otro que no tomaba, en una sola persona. A uno lo amaba y al otro no, y por el otro sufría y por el otro, no. Lo sufría mal al punto de irme de mi casa, a bailar, a donde sea y no saber cuándo volvía qué iba a pasar en mi casa, con mi vieja. Y encima era un pibe, entonces también me sentía muy impotente. Y después tenía mi otro padre que dibujaba, que hacía planos, y el olor a tinta y toda la cosa fantástica y limpia”, sostuvo Favio Posca.
Ante la atenta mirada de Gastón Pauls decidió ir por más. “Mi papá falleció cuando yo tenía 19 años sin llegar a ver esa posibilidad de decir «necesito ayuda», Nunca se habló, nunca pude hablarlo, viste. Sotto voce sabía que yo me distanciaba muchísimo cuando no estaba bien y él sentía mi amor cuando estaba bien. Jugábamos a la canasta noches entera cuando él estaba bien. Yo tenía 10 años. Tengo ese tipo de recuerdos alucinantes y otros tétricos”, reveló.
“Lo que siempre tuve en cuenta es tratar de no repetir lo que a mí no me gusta que me hagan o no me gustó que me hicieran. Tampoco está bueno recriminar a los padres de uno, porque con mucho amor hicieron lo que pudieron, pero hubo cosas que a mí me marcaron que no estuvieron buenas. Entonces a mí me parece que fundamentalmente es poder discernir qué es la basura de tu cabeza y que no, como para que el niño o la niña esté lo más que ‘cleen’ posible. Y a partir de ahí confiar, el amor es fundamental, la libertad y que vivan su vida», sentenció.