Este martes, cientos de bomberos combatieron un incendio que arrasó miles de hectáreas en el sur de Portugal y que obligó a evacuar a unas 1.400 personas. El fuego, al que están haciendo frente a más de 850 bomberos y seis aviones hidrantes, comenzó el sábado en el municipio de Odemira, en la región del Alentejo, y se ha extendido hacia el sur, en dirección al Algarve.
Las altas temperaturas y los fuertes vientos han facilitado los esfuerzos por combatir las llamas, que han destruido unas 6.700 hectáreas de terreno. José Ribeiro, comandante de la autoridad de emergencias y protección civil, explicó que se esperaba que las condiciones meteorológicas siguieran siendo un desafío.
El alcalde de Odemira, Helder Guerreiro, calificó la situación de «crítica, difícil y compleja», mientras que Ribeiro dijo que quedaba «mucho trabajo» por delante para controlar el incendio. «Es una situación preocupante», dijo Ribeiro, en la que agregó que había dos frentes activos, uno de los cuales se dirigió a Monchique, una zona montañosa de vegetación abundante en la campiña del Algarve.
Monchique, que ardió por última vez en 2018, es popular entre los lugareños y los turistas debido a sus aguas termales y hoteles. Un total de 19 pequeños pueblos, uno de ellos en Monchique, cuatro alojamientos turísticos y un camping, han sido evacuados por precaución. Varias carreteras han sido cortadas, según las autoridades, informó Reuters.
Las autoridades han declarado más de 120 municipios de todo Portugal, incluidos Lisboa, Alentejo y Algarve, en situación de riesgo máximo de incendios. «Las condiciones meteorológicas que vamos a vivir en los próximos días hacen que cualquier pequeño suceso (incendio) pueda convertirse en uno grande», declaró la secretaría de Estado de Protección Civil, Patricia Gaspar.