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ESPECTÁCULO

«Mi hija lloraba»: Josefina Pouso habló de la adicción que padece

La panelista de la señal del solcito se refirió a la reacción que tuvo la joven al verla fumar nuevamente.

Josefina Pouso

En los últimos años, se ha lucido de una gran manera en las mañanas de Canal Trece, donde se ha consolidado como panelista. Y es que Josefina Pouso nunca se guarda absolutamente nada al momento de opinar sobre los temas del momento. Esta vez, fue noticia por lo que decidió contar sobre la adicción que padece.

Esto sucedió en una nota con Gastón Pauls en “Seres Libres”, el programa que se emite en Crónica TV. «El primer cigarrillo lo probé a los 12 años, con una compañera de la primaria. Fue una habitación en mi casa, le afanamos un cigarrillo a mi vieja y fumamos. Empezás a fumar para pertenecer, para parecer más grande y piola”, lanzó.

“Dejé de fumar en enero del 2008. Tres meses antes, octubre del 2007, vivía con un novio, eran las tres de la mañana, me quedé sin puchos y salí a comprar sola a una estación de servicio. Ese día dije ‘ah, este hijo de puta me ganó’, hasta ese momento creía que lo tenía controlado. Cuando volví dije ‘se terminó’, y googleé formas de dejar de fumar. Y así fue, el 1° de enero del 2008 dejé de fumar», afirmó.

“Volví a fumar en mayo del 2022. Me fui de viaje con amigas a Marruecos, y una de mis amigas fuma, pero fuma cigarrillo armado. Eran charlas eternas y no me alcanzaba con una cervecita… le pedí uno y me dijo que no. Pero yo lo agarré y lo prendí. Lo necesitaba, me anestesió. Dije ‘bueno, llego a Buenos Aires y se termina’, y no se terminó, sigo con el armado”, reveló.

Lo que sucedió con su hija

“Estaré fumando 7 cigarrillos por día, me baja la ansiedad. Me quita control sobre mí, él me está ganando otra vez. Mi hija me hizo sentir la peor madre del mundo. Yo dejé de fumar también porque quería ser mamá y tener un cuerpo limpio para llevarla dentro mío, entonces nunca me vio fumar», aclaró Josefina Pouso.

“Su papá fumó hasta la pandemia, y con todo lo que se habló, de la gente que se moría y que el que fumaba tenía mayor riesgo de muerte… mi hija lloraba a mares. Entonces logró que su papá dejara de fumar porque insistió un montón. Cuando me vio por primera vez con un cigarrillo en la mano, se fue a llorar a la habitación y yo me sentí una mierda, la peor del mundo. Le dije que era algo momentáneo, que lo iba a dejar pero que en ese momento necesitaba fumar», finalizó.