Este viernes, el papa Francisco, que a veces es recibido como una superestrella en sus viajes al extranjero, llegó a Mongolia para alegría de su minúscula comunidad católica, pero sin que su presencia tuviera apenas repercusión en el país vecino de China, abrumadoramente budista. Antes de salir de Roma, expresó que estaba deseando visitar, aunque solo fuera una parte del país, del que dijo que tenía «una población pequeña pero con una gran cultura».
El avión que transportaba a Francisco y a su séquito aterrizó tras un vuelo nocturno de casi 10 horas, y el Papa, que tiene 86 años y necesita una silla de ruedas, estuvo descansando el resto del día. Su primer compromiso será este sábado, cuando asista a una ceremonia oficial de bienvenida y se dirija a los líderes gubernamentales y diplomáticos.
En el aeropuerto, una mujer vestida con trajes tradicionales ofreció al pontífice un yogur sólido, un gesto de bienvenida habitual en Mongolia, antes de que fuera conducido por una guardia de honor con uniformes azules y rojos ornamentados y fusiles en la mano. Aparte de las banderas de Mongolia y del Vaticano en los postes de la autopista, y el tráfico retenido por el paso de su comitiva, apenas había señales de que el Papa estuviera en la ciudad.
Una de las pocas pancartas colocadas a lo largo del recorrido de su comitiva hacia la capital, la sostenían católicos de Vietnam, un país antaño hostil a las religiones occidentales. Pero que recientemente ha mejorado sus relaciones con el Vaticano. En Mongolia solo hay 1.450 católicos, bajo la administración del cardenal Giorgio Marengo, que empezó a trabajar en el país hace más de 20 años cuando era un joven sacerdote, informó Reuters.
Francisco presidirá varios actos religiosos antes de partir el lunes, siendo el más importante una misa en la Arena de la Estepa el domingo. También asistirá a un servicio interreligioso e inaugurará un centro de caridad para ayudar a los necesitados, independientemente de su religión.
Mejorar las relaciones asiáticas
Visitar lugares donde los católicos son minoría forma parte de la política de Francisco de llamar la atención sobre las personas y los problemas de lo que ha denominado «periferias» de la sociedad y del mundo. No ha visitado la mayoría de las capitales de Europa Occidental.
Como es habitual, Francisco, envió saludos a los líderes de cada país que sobrevoló, incluida China, con la que el Vaticano ha mantenido relaciones difíciles. La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas plenas con Taiwán, la isla democrática que Pekín reclama como propia. Mientras que los católicos chinos llevan mucho tiempo divididos entre una Iglesia oficial respaldada por el Estado y un rebaño clandestino leal al Papa.
En su mensaje al presidente Xi Jinping, Francisco dijo que tenía buenos deseos para todo el pueblo de China y aseguró al presidente sus oraciones por el «bienestar de la nación». El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, expresó que la bendición del Papa reflejaba amistad y buena voluntad. Además, señaló que China y el Vaticano habían mantenido comunicación en los últimos años.