La Presidencia de la Argentina se definirá este domingo en un balotaje por segunda vez en la historia política del país. Será entre los candidatos por La Libertad Avanza, Javier Milei, y por Unión por la Patria, Sergio Massa. Esta modalidad ya tiene un antecedente que data de 2015, cuando se midieron Mauricio Macri (Cambiemos) y Daniel Scioli (Frente para la Victoria -FpV-), aunque en el último medio siglo estuvo a punto de implementarse en otras dos ocasiones.
Milei y Massa llegan a la segunda vuelta electoral después de que ninguno de ellos obtuviera, en las elecciones generales del 22 de octubre, al menos el 45% de los votos afirmativos o más del 40% de las adhesiones con una diferencia de 10 puntos porcentuales entre el primero y el segundo postulante más votado.En aquella jornada, Massa se impuso con 9.645.983 votos (36,68%), mientras que Milei acumuló 7.884.336 (29,98%).
El balotaje se incluyó en el sistema electoral tras la reforma constitucional de 1994 y se utiliza solamente en el caso de una definición presidencial. Si bien este método rige desde 1995, el único antecedente de un balotaje en la Argentina corresponde a los comicios presidenciales de 2015, cuando Macri, al frente de la coalición Cambiemos y acompañado por Gabriela Michetti, se impuso con el 51,34% de los votos a la fórmula que integraron Scioli y Carlos Zanini, que sumó 48,66%.
Scioli, entonces gobernador bonaerense, había llegado a la segunda vuelta tras imponerse en la primera con el 37,08% de los votos, mientras que Macri, hasta ese momento jefe de Gobierno porteño, había finalizado segundo con el 34,15% de las adhesiones. Con lo cual, fue toda una sorpresa el resultado por el que terminó imponiéndose el fundador del PRO, puesto que terminó dando vuelta la contienda.
Los balotajes truncos
Hace dos décadas, la primera elección nacional llevada a cabo tras el estallido social de diciembre de 2001, que terminó con la renuncia a la presidencia de Fernando de la Rúa, también debió definirse en un balotaje que, sin embargo, no se concretó. En la primera vuelta de los comicios de 2003, Carlos Menem (Frente por la Lealtad/UceDé), que había gobernado el país entre 1989 y 1999, se impuso tras obtener el 24,45% de los votos (4.741.202 personas), 2,20% más que Néstor Kirchner (FpV), 22,25% (4.313.131).
Luego de la primera vuelta, la mayoría de las fórmulas que no habían accedido al balotaje anunciaron su respaldo político en esa instancia a la fórmula Kirchner (que llevaba de compañero de fórmula a Scioli), un escenario al que se sumaron distintas encuestas que daban una diferencia abrumadora en favor del santacruceño. En ese escenario, y apenas cuatro días antes de la votación, Menem difundió un mensaje televisivo en el que comunicó su renuncia a participar de la segunda vuelta.
Tres décadas antes, las elecciones de 1973 se organizaron sobre la base de una reforma constitucional llevada a cabo un año antes que modificó el sistema electoral para establecer que el presidente debía ser elegido por voto directo y mayoría absoluta de votos: más del 50%. La norma, además, fijó que en el caso de no alcanzar ese porcentaje en los comicios debía realizarse un balotaje entre los candidatos que hubieran alcanzado más del 15%.
El 11 de marzo de 1973, el candidato Héctor Cámpora, delegado de Juan Domingo Perón en esos comicios, alcanzó el 49,5% de los votos y postergó en el segundo lugar al radical Ricardo Balbín, quien tras sumar el 21% de los sufragios desistió de competir en la segunda vuelta. Cámpora perduró como mandatario hasta julio de ese mismo año.