En un hecho que ha generado fuertes controversias, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se convirtió en escenario de un enfrentamiento ideológico, luego de que el Partido Obrero distribuyera folletos en los que abiertamente reivindicaba el accionar del grupo terrorista Hamás sobre Israel.
Los panfletos, que fueron colocados estratégicamente en diversas áreas de la facultad, generaron reacciones de indignación por parte de estudiantes y personal académico. En el material, el Partido Obrero no solo respalda a Hamás, sino que va más allá al reivindicar actos atroces como masacres, violaciones y decapitaciones atribuidas al grupo terrorista.
Previamente a esta polémica, la facción política había iniciado una campaña con carteles exigiendo la liberación de personas que se encontraban secuestradas por Hamás. Este acto fue criticado por diversas figuras públicas, entre ellas José Luis Espert, diputado de Juntos por el Cambio, quien expresó su repudio a la izquierda en general y al antisemitismo en particular que, según él, practican.
El repudio de José Luis Espert al Partido Obrero
En declaraciones, Espert manifestó: «Repudio total a la izquierda en general y al antisemitismo en particular que practican. De paso, insisto en que no debería estar permitida la actividad partidaria en la universidad. Ahí se estudia y se cuida a los estudiantes dándoles todo para que salgan bien formados. La política de partidos es afuera de la universidad»
Estos eventos han reavivado el debate sobre la permisividad de la actividad partidaria dentro de las instituciones educativas, con llamados a restringir o prohibir dicha participación para preservar un ambiente académico libre de influencias políticas. Mientras tanto, la comunidad universitaria se encuentra dividida entre aquellos que defienden la libertad de expresión y quienes abogan por un ambiente de estudio y formación académica libre de ideologías extremas.
También, se planteó en las redes sociales un acalorado debate sobre la necesidad de implementar medidas más estrictas para garantizar que la universidad siga siendo un espacio seguro y propicio para el aprendizaje, pero al mismo tiempo, que se respetan los principios fundamentales de la democracia y la pluralidad de opiniones.
