Se trata, sin lugar a dudas, de una de las periodistas más importantes de la radio y la televisión argentina. Y es que Cristina Pérez ha sabido muy bien de qué manera ganarse el cariño de la gente que la sigue tanto en Telefe como así también en Radio Rivadavia, donde esta vez volvió a dejar un furioso descargo.
Esto tiene que ver con e gobiernos saliente y las políticas que han llevado adelante. «La atención se concentra en lo que viene, pero quiero tomarme un minuto para observar lo que se va. Es una noticia por sí misma que estemos hablando del futuro. Porque, aunque parezca una redundancia, se va el pasado, en más de un sentido. El pasado siempre se está yendo, pero en Argentina el pasado fue el tiempo elegido por el kirchnerismo para atornillar el presente, asegurar su poder y garantizar su impunidad», analizó sin filtros ni rodeos.
«Un pasado que intentaron reformular a su gusto, no sólo por la romantización de los grupos armados de los 70, o el uso de los derechos humanos, sino también por el carácter fundacional que se arrogaron, como si la Patria de hecho hubiera recomenzado con ellos. No era metáfora que el 25 de mayo hicieran a un costado la celebración del primer gobierno patrio para convertirla en efeméride propia. Parece anecdótico, pero no lo era. Parte de la instalación de aquel relato utilizó las columnas simbólicas de nuestras nociones de Patria», apuntó.
«Pero no sólo la imposición de su interpretación del pasado era parte de ese software, para demonizar o suprimir toda tradición que se les opusiera. También declararon enemigos a quienes les disputaran el relato del presente, la crítica, la información. Por eso detestaron al periodismo independiente. Cuando la palabra cancelación aún no poblaba las redes, ellos la preanunciaban con métodos de policías del pensamiento, en programas como 6,7,8 o con sus medios adictos. También la ley de medios para someter a la prensa fue parte de aquellas estratagemas», arremetió la comunicadora.
Sin filtros ni tapujos, Cristina Pérez decidió ir por más. «Pero no sólo se trató de una maquinaria ideológica de propaganda sustentada por los millonarios recursos del estado. A lo largo del tiempo, desarrollaron un modelo donde la mano larga del estado debía controlarlo todo. Ocupar directorios de empresas, ordenar sus ecuaciones de costos, intervenir en la formación de precios, en las transacciones comerciales internas y externas, y sobre todo en la ganancia, mediante la imposición de tributos que siempre pujaron para cruzar la línea de lo confiscatorio. El estado era más importante que los individuos. En vez de servirlos, los hacía sirvientes. Y nunca fue un objetivo oculto: para Cristina Kirchner, el modelo a seguir era el modelo chino, donde el estado es más que un árbitro o un facilitador, es el dueño y el interventor. Y de ser necesario el expropiador», argumentó.
«Ni hablar del golpe de palacio que llevó a Sergio Massa a erigirse en virtual primer ministro con la suma del poder de un jefe de estado, sin que nadie lo hubiera votado, y sólo bajo designios de la señora y su facción destituyente. La aventura incluyó el uso escandaloso de recursos públicos para apuntalar su candidatura. Vimos presidentes intentándolo todo por la reelección, pero nunca usurpadores de presidentes intentándolo todo para mantener el poder. No van a alcanzar las veces que se lo reitere: ese inmoral dispendio debería ser materia obligada de investigación judicial. Sobre todo, a la luz de la miseria que dejan, que ya no hace falta enumerar», arremetió en Cristina Sin Vueltas.
«Finalmente, la otra dimensión del pasado a la que condenaron a la Argentina, es la que la desacopló de la nueva economía global, forzando al país a un sistema vetusto de cepos soviéticos, para mantener los privilegios y los negocios. Abrir el mercado no sólo era algo a lo que se le oponían desde lo ideológico. Era también perder el monopolio sobre los negocios y las licencias de la corrupción. Ese monopolio era la verdadera matriz que fingía ser una cruzada por el pueblo mientras el pueblo sólo se empobrecía. Hasta que dijo basta. Porque la principal derrota, es que el pueblo les dijo que se vayan. Fue una mayoría abrumadora de los argentinos, hartos de estar atrapados en la decadencia, hartos de no tener salida más que Ezeiza, hartos de no tener futuro, en nombre de tanto pasado», concluyó Pérez.