Una investigación conjunta lanzada el fin de semana por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), organismo perteneciente a la ONU, y el Instituto Antártico Argentino (IAA) monitoreará los niveles de contaminación por microplásticos en Antártida para luego desarrollar estrategias de degradación y prevención.
Es la primera vez que la Iniciativa Nutec Plastics de la OIEA, que involucra a 63 países y a los mares de todo el planeta, se realiza en Antártida, donde científicos del organismo trabajarán junto con pares del IAA y de la Dirección Nacional del Antártico argentina.
El proyecto Nutec Plastics investiga la contaminación con microplásticos en países alrededor del mundo, pero hasta el momento no había puesto su foco en la Antártida. «La salud de la Antártida es esencial para la salud del planeta. Los microplásticos están afectando el medio ambiente y este lugar no es una excepción», dijo el argentino Rafael Grossi, director general de la OIEA, desde la Antártida, adonde viajó el sábado junto al presidente Javier Milei.
«A través de Nutec Plastics, la OIEA está iniciando una evaluación científica para identificar las cantidades de microplásticos que podría haber allí», agregó el director general a la agencia Reuters. Grossi indicó que las aplicaciones nucleares permiten determinar con un importante grado de exactitud la cantidad de cualquier elemento extraño que se encuentre en el lecho marino.
El proyecto
Como parte del proyecto se investigará las aguas y sedimentos de la región, y hasta los excrementos de pingüinos. La iniciativa se ejecutará en navegación a bordo del rompehielos argentino Almirante Irízar y en la Base Carlini, también del país sudamericano, donde los científicos tomarán muestras de plásticos para analizar en un laboratorio. Otras se enviarán al centro de investigación que la OIEA tiene en Mónaco.
«Estamos poniendo especial atención en la fracción más pequeña de los microplásticos e intentando identificar los orígenes, ya sean los que son arrastrados por corrientes marinas desde otras partes del planeta, como aquellos que son generados propiamente en Antártida», explicó a Reuters el doctor Lucas Ruberto, investigador argentino del IAA y de Conicet/UBA.
«Tiene dos objetivos principales, que son, por un lado, el monitoreo de los niveles de contaminación por microplásticos en los mares antárticos y, por otro lado, el estudio de formas de biodegradar y de prevenir la contaminación por microplásticos en Antártida», agregó Ruberto desde la argentina Base Marambio, donde trabaja junto al doctor Cristian Vodopivez, investigador científico del IAA.
Ruberto precisó que los microplásticos —partículas menores a 5 milímetros— representan un problema global que afecta a cada rincón del planeta y que son nocivos para la vida porque muchas veces son ingeridos, provocando acumulación dentro de los organismos que puede derivar en enfermedades.
«Se estima que desde su introducción en el mercado, 7.000 millones de toneladas de plástico han sido volcadas al ambiente, gran parte de ellas al ámbito marino», dijo el científico. Ruberto contó que el equipo empezó a trabajar en el tema el año pasado y ya tiene resultados preliminares, pero que esperan tener el grueso de los mismos en 2024.
Monitoreo permanente
El Instituto Antártico Argentino viene monitoreando también la contaminación por metales pesados y contaminantes orgánicos persistentes desde hace más de 20 años, además de desarrollar técnicas de mitigación y remediación y de estudiar estrategias para recuperar los suelos antárticos contaminados con hidrocarburos.
Para Grossi el proyecto Nutec Plastics se enmarca en esfuerzos internacionales mayores. «Estamos dotando de información necesaria a los países para que sepan cómo abordar este problema. La evaluación preliminar es que el medio antártico puede estar viéndose más afectado que el medio ártico por un tema de corrientes marinas», afirmó.