El Gobierno nacional expresó en las últimas horas su más profundo pesar ante el devastador terremoto que azotó Japón. A través de un comunicado de la Cancillería argentina, se expresó el “profundo pesar por las consecuencias desastrosas ocasionadas por el sismo de magnitud 7,6 con epicentro en la región de Noto, prefectura de Ishikawa, isla central de Honshu”.
En un gesto de solidaridad internacional, la Argentina extendió su apoyo a las víctimas y a quienes sufren en este difícil momento. La comunicación de la cartera conducida por Diana Mondino continúa: “Nuestro país manifiesta su sincera solidaridad con las autoridades y el pueblo de Japón, y deseos de pronta recuperación para los heridos y familias lesionadas en esta tragedia”.
Además, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto informó sobre las acciones llevadas a cabo por la Embajada argentina en Tokio. “Hasta el momento, la embajada argentina en Tokio ha tomado contacto con 8 (ocho) argentinos residentes en zonas aledañas, tres de ellos de Ishikawa. Esas familias, afortunadamente, se encuentran bien”, subrayó.
Las víctimas fatales por el terremoto en Japón ya eran 55
Al menos 55 personas murieron tras el fuerte terremoto que sacudió Japón el día de Año Nuevo y los equipos de rescate se esforzaban el martes por llegar a zonas aisladas donde se habían derrumbado edificios, destrozado carreteras y cortado el suministro eléctrico a decenas de miles de hogares. En Suzu, localidad de unos 5.000 habitantes cercana al epicentro del sismo, el 90% de las casas podrían haber quedado destruidas, según su alcalde, Masuhiro Izumiya, quien afirmó que «la situación es catastrófica».
El movimiento, con una magnitud de 7,6, se produjo el lunes por la tarde, provocando que los residentes de algunas zonas costeras huyeran a terrenos más elevados mientras las olas del tsunami golpeaban la costa occidental de Japón, arrastrando algunos automóviles y casas al mar. Se han detectado unos 200 temblores desde el movimiento inicial, según la Agencia Meteorológica de Japón, que advirtió de que podrían producirse más sacudidas fuertes en los próximos días, consignó Reuters.
El martes, un avión de la Guardia Costera que se dirigía a prestar ayuda a la región afectada por el terremoto colisionó con un avión comercial en el aeropuerto de Haneda, en Tokio, causando la muerte de cinco guardacostas. Los 379 pasajeros del vuelo de Japan Airlines escaparon. El primer ministro, Fumio Kishida, declaró que el alcance de los daños causados por el sismo era “cada vez más claro” 24 horas después de que se produjera en la península de Noto, en la prefectura de Ishikawa.
“El gobierno ha desplegado equipos de rescate de emergencia de las Fuerzas de Autodefensa, la policía y los bomberos en la zona y está haciendo todo lo posible para salvar vidas y rescatar a víctimas y supervivientes, pero hemos recibido informes de que todavía hay muchas personas esperando a ser rescatadas bajo los edificios derrumbados”, continuó.
Kishida dijo que unos 3.000 trabajadores de rescate estaban teniendo dificultades para llegar al extremo norte de la península, donde las inspecciones desde helicóptero habían descubierto numerosos incendios y daños generalizados en edificios e infraestructura. Japón se encuentra en el “Anillo de Fuego”, un arco de volcanes y fosas oceánicas que rodea parcialmente la cuenca del Pacífico.
En él se producen alrededor del 20% de los terremotos de magnitud 6 o superior del mundo, y cada año se registran hasta 2.000 sismos perceptibles. Se han suspendido muchos servicios ferroviarios y vuelos a la zona del sismo. Más de 500 personas quedaron atrapadas en el aeropuerto de Noto, que cerró debido a grietas en la pista y la carretera de acceso y daños en el edificio principal.
Las autoridades han confirmado 55 muertos, todos en la prefectura de Ishikawa, lo que lo convierte en el terremoto más mortífero de Japón desde 2016. Muchos de los fallecidos se encuentran en Suzu y Wajima, otra ciudad en el remoto extremo norte de la península de Noto. Decenas más han resultado heridas y las autoridades luchaban el martes contra las llamas en varias ciudades y sacaban a la gente de los edificios derrumbados.