Fátima Florez se encuentra en el centro de la escena por su estreno en Mar del Plata y su relación con el presidente. En ese marco, la comediante recibió un pedido desesperado pedido de Mauro Santamaría, un representante de los trabajadores del teatro.
De hecho, el artista escribió una carta abierta para Fátima con el fin de pedirle que contemple la complicada situación de los actores y espectadores: «Nunca en mi vida he molestado a una artista consagrada por temas personales, pero las gravísimas circunstancias que está atravesando el teatro independiente me llevan a hacerlo, desde ya le agradezco su atención dispensada«.
«Acudo a usted porque la naturaleza de esta solicitud solo un artista puede comprender. Es sabido que para llegar hasta donde usted llegó se requiere de muchísimo esfuerzo, talento y algo de suerte. Sin embargo, el duende del teatro, ese que se apodera del artista al subir al escenario y que usted muy bien conoce, se replica en todos los teatristas de la inmensa Argentina, teatristas que brindan su magia, como lo hace usted, al gran público», agregó.
En ese marco, el colega de Fátima Florez comentó: «Y curiosamente ese gran público no está solamente en la calle Corrientes, ni el Mar del Plata ni en Carlos Paz, el gran público se encuentra a lo largo y a lo ancho de la geografía argentina, en pequeñas salitas, galpones, plazas, garajes, que existen en casi todos nuestros pueblitos».
Otras realidades
«Ese gran público que probablemente nunca tenga acceso a espectáculos de rutilantes marquesinas, como tal vez, tampoco lo tendrán los teatristas provincianos. No obstante, y gracias a la incansable lucha de muchos teatristas de entonces se ha conseguido en 1997, una ley que permita que los habitante de diferentes locaciones puedan tener la maravillosa posibilidad de al menos por unos instantes, dejarse hechizar por la magia del teatro transportándolos a mundos inalcanzables».
A continuación, Santamaría cerró con un mensaje contundente para Fátima Florez: «Hoy quieren quitar de cuajo esa posibilidad de soñar, como sueña usted cuando planifica su espectáculo, a todos los teatristas y a la vez robarle al gran público la libertad, a través del arte, de poder pensar y reflexionar y reafirmar, de alguna manera, su existencia«.