En los dos últimos meses, los depósitos a plazo fijo en la Argentina han experimentado un marcado declive, dejando de ser la inversión preferida de los argentinos y otro problema para el Gobierno de Javier Milei. Este fenómeno, conocido como el «efecto licuadora», se ha traducido en una fuga de pesos de los bancos, ya que los ahorristas buscan alternativas más líquidas en medio de un escenario económico volátil y con alta inflación.
En enero, las colocaciones a plazo fijo sufrieron una caída significativa del 19% mensual en términos reales, prolongando la tendencia observada el mes anterior. La consultora económica LCG destaca que las tasas de interés, considerablemente por debajo de la inflación, son responsables de este descenso, resultando en una disminución anual del 55.9% en las colocaciones a plazo.
El panorama se agrava al considerar el conjunto de depósitos en pesos, ya que, a pesar de un modesto crecimiento del 4.6% mensual real en los depósitos a la vista en enero, el stock de pesos en los bancos acumula una reducción del 8.3% real con respecto al inicio de 2023. Este fenómeno se vincula con la combinación de una inflación persistente y la política de tasas bajas del Banco Central, que desalienta las colocaciones en pesos.
En este contexto, se evidencia un proceso de desmonetización de la economía, impulsado por una política monetaria expansiva con tasas de interés negativas. Se anticipa que, en 2024, los depósitos a la vista seguirán evolucionando por debajo del nivel de precios de la economía, con una posible migración hacia cuentas remuneradas y Fondos Comunes de Inversión (FCI) money market.
Los plazos fijos (UVA) atados a la inflación también registraron una disminución en enero, resultado de la decisión del Banco Central de extender 3 a 6 meses el tiempo mínimo de su colocación. No obstante, se plantea la posibilidad de que esta caída se desacelere, considerando la magnitud del descenso en meses anteriores y la presencia de agentes cautivos en pesos con limitadas opciones de ahorro.
Por la inflación y las tasas altas: los créditos bancarios cayeron un 32%
En paralelo, el sector privado muestra una clara reticencia hacia los bancos como fuente de financiación, reflejada en una drástica caída de más del 32% en los préstamos en términos reales en los últimos doce meses. La totalidad de las financiaciones al sector privado en pesos se sitúa por debajo de los 15.000 millones de dólares estadounidenses, según la cotización del Mercado Electrónico de Pagos (MEP).
Adicionalmente, la utilización del programa Cuota Simple, que reemplaza a los programas Ahora 12, se presenta como una posible solución para recuperar la cartera de tarjetas de crédito. Sin embargo, el crecimiento real de la cartera se ve obstaculizado por la rápida subida de los valores de los productos en comparación con los ingresos de los tarjetahabientes y las actualizaciones de los límites de crédito.
En resumen, el «efecto licuadora» ha desencadenado cambios significativos en las preferencias de los argentinos en cuanto a sus inversiones, generando un impacto en los depósitos a plazo fijo, colocaciones en pesos y el acceso al crédito por parte del sector privado. Este escenario plantea desafíos para el sistema financiero y destaca la necesidad de ajustes en las políticas económicas para restaurar la confianza de los inversores y fomentar el crecimiento.