En enero de 2024, el Gobierno de Javier Milei llevó a cabo el recorte más significativo del gasto público en los últimos 30 años, marcando un hito en las políticas fiscales de la Argentina. Sin embargo, los críticos hacen foco en que el ajuste y el equilibrio de las cuentas fue en base a la licuación de los haberes que cayeron un 39,4%, alcanzando niveles que no se veían desde hace tres décadas.
De acuerdo al Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), el déficit fiscal se transformó en un superávit fiscal de $518.400 millones, con un superávit primario de $2.010.000 millones. Los ingresos totales experimentaron un incremento interanual real del 0,7%, destacándose un aumento del 0,8% en los ingresos tributarios. El gasto en intereses aumentó un 26% en términos reales respecto al mismo mes del año pasado.
Las jubilaciones y pensiones contributivas fueron los más afectados, con una reducción de $885.074 millones, además, sufrieron una disminución del 17% en términos reales, profundizando la pérdida de poder adquisitivo que ya se evidenciaba en diciembre. La fórmula de actualización de las jubilaciones, que sigue salarios y recaudación, ha estado licuando el poder adquisitivo de los jubilados a lo largo del tiempo.
En el sector privado registrado, 2024 se perfila como el séptimo año consecutivo de caída del salario real, evidenciando la escasa tolerancia social frente a la estanflación y los bruscos saltos inflacionarios. Subsidios a la energía, inversión real directa y transferencias totales a provincias también experimentaron recortes significativos, contribuyendo en gran medida al superávit.
El gran desafío de Javier Milei y la Argentina: sostener el ajuste del gasto público
El ajuste, caracterizado por el presidente Javier Milei como «la motosierra y la licuadora», generó desafíos y críticas, especialmente en el ámbito social. A pesar de la mejora en las cuentas públicas, hay preocupación por la sostenibilidad de este enfoque, considerando la magnitud de los recortes y su impacto en diversos sectores de la población.
La licuación de los haberes en enero y la mejora en las cuentas públicas marcan el inicio de un año donde el Gobierno busca alcanzar el déficit cero. El panorama futuro está marcado por las negociaciones con el FMI, la lucha contra la inflación y los desafíos en la gestión económica, generando incertidumbre sobre la sostenibilidad y aceptación social de estas medidas.