La conectividad internacional con Haití quedó temporalmente interrumpida el domingo tras violentos enfrentamientos en Puerto Príncipe, que han dañado las comunicaciones y provocaron una fuga de presos desde la principal penitenciaría, en momentos en que el líder de una banda intenta derrocar al primer ministro Ariel Henry.
El presidente de la compañía Digicel, uno de los dos principales proveedores de telecomunicaciones del país caribeño, explicó que las líneas se habían visto afectadas tras días de violencia callejera en algunas zonas de la capital. «Los equipos sobre el terreno consiguieron el domingo por la tarde restablecer totalmente la conexión», dijo Maarten Boute, gracias a los «valientes técnicos que trabajaron incansablemente, en condiciones muy precarias para hacerlo posible».
Los intensos tiroteos han sembrado el pánico en los últimos días tras los llamamientos del líder pandillero Jimmy Cherizier, un expolicía, a los grupos criminales para que se unan y derroquen a Henry. Cherizier encabeza una alianza de bandas y se enfrenta a sanciones de la ONU y Estados Unidos.
El sábado por la noche, grupos armados atacaron la mayor prisión del país, desafiando a las fuerzas policiales haitianas que habían pedido ayuda. No estaba claro cuántos reclusos se habían dado a la fuga. Fuentes cercanas a la institución dijeron a Reuters que probablemente era una mayoría «abrumadora». El centro penitenciario, tenía 3.687 en febrero del año pasado.
Un trabajador voluntario de la prisión confirmó el domingo que «99 presos habían optado por permanecer en sus celdas por miedo a morir en el fuego cruzado». Entre ellos, había varios soldados colombianos retirados que estaban encarcelados por su presunta implicación en el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
El gobierno de Haití, el país más pobre de América, emitió un comunicado el domingo tras varios días de silencio, agradeciendo «a la población su calma, a pesar de estos momentos tan difíciles». La semana pasada, Cherizier advirtió a los habitantes de la zona que impidieran que los niños fueran a la escuela para «evitar daños colaterales», ya que la violencia recrudeció en ausencia del primer ministro, que se encontraba en Kenia.