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VIDA Y ESTILO

Vinos dulces: de qué se componen y cuáles son los mejores torrontés

Cuando hablamos de vinos dulces tomamos a aquellos en los que ganan presencia los aromas y la concentración de azúcares.

Vinos dulces

Una de las grandes maravillas que tiene el vino es que hay infinitos tipos y variedades, para todos los gustos. Y uno de los más distinguidos dentro de estos es el de los vinos dulces. Esta gama se caracteriza por su exquisitez y sobretodo, por el tratamiento que se les da en las bodegas como Bodega Bianchi, Bodega Susana Balbo o Bodega Mena Saravia, que termina repercutiendo en el producto final del torrontés y que lo hace un elemento bastante llamativo, del que es difícil ser indiferente.

Cuando hablamos de vinos dulces tomamos a aquellos en los que ganan presencia los aromas y la concentración de azúcares, estos últimos, venciendo a la producción de alcohol que deberían hacer las levaduras y dándole los tintes dulces. Técnicamente, los vinos dulces son aquellos que tienen un contenido mínimo de fructosa de 45 gramos por litro, lo que implican unas nueve cucharadas de azúcar en un litro.

Estos azúcares salen de las uvas mismas, habiéndose acumulado en ellas durante el proceso de maduración. Por eso es que aquellos azúcares que no se transforman en alcohol, producto de haber interrumpido la fermentación, permanecen como azúcar residual aportándole dulzor al producto, marcando una diferencia con otros vinos clásicos de Argentina como el Malbec.

La distancia con los llamados “vinos secos” es notoria: estos conservan solo 4 gramos por litro de azúcar residual. Estas son las cualidades generales, pero entre todo este universo hay una variedad importante para recomendar, con sus distintas características, lo cual haremos a continuación.

Los vinos de hielo

Los vinos de hielo conforman un estilo muy propio y distinguido, que genera amores y odios entre los críticos vineros. Surgen desde la recolección de uvas congeladas o al congelarlas directamente desde las cámaras. El mosto que producen las uvas al ser prensadas tiene en su caso muy alto contenido en azúcar gracias a esta producción, brindándole la dulzura que se percibe al probarlos.

Este vino es asimismo sabroso y de mucha acidez, con una lenta fermentación producto de las condiciones en que es elaborado, con temperaturas bajo cero (naturalmente o artificialmente dispuestas). Al beberlos, se recomienda hacerlo en torno a los 12 grados centígrados y alejado a las marcas de congelación, que podrían estropear al producto. Es frecuente que sea elegido como postres o para hacer maridaje con quesos fuertes como el brie.

Los Torrontés dulces

Otros dentro de este grupo son Torrontés dulces. Aquí el azúcar deja fuertemente su huella los aromas frutales a durazno, cítricos o hasta jazmines, con sus componentes aromáticos tan identificables. Son vinos frescos, también muy elegidos para acompañar postres o chocolates. Además, es un vino con precio accesible, lo que lo vuelve más tentador aún.

El Lagarde Dolce

Corriéndonos hacia los espumantes, se distingue el Lagarde Dolce, que es muy elegido como aperitivo. Es un vino de burbujas simples y de tintes dulzones, pero sin empalagar gracias a la acción espumante. El Lagarde tiene a su vez bajo volumen de alcohol, menor al 8%, y proviene del Moscato Bianco, aportando la cuota italiana.

El Oporto

Como cierre, no podemos excluir a un clásico: el Oporto. Vino de postre por excelencia, es permanentemente elegido en tortas o elaboraciones dulces para humedecer las harinas o el dulce de leche. Bastan pocas gotas de Oporto para cambiar por completo un postre y poder distinguirlo de manera inmediata. En su consistencia, este vino contiene frutos rojos como ciruelas, y especies como pimienta negra y castañas.

Con un fuerte debate entre los críticos, los vinos dulces están entre nosotros y recorren el mundo. No solo eso: su producción crece y se va perfeccionando, cautivando a un público que los demanda.